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España España · Shangri-La
Voto de Angie Banshee:
6
Drama Bud Fox (Charlie Sheen) es un joven y ambicioso corredor de bolsa que consiguió terminar sus estudios universitarios gracias a su esfuerzo y al de su padre (Martin Sheen), mécanico y jefe de sindicato. Su mayor deseo es trabajar con un hombre al que admira, Gordon Gekko (Michael Douglas), un individuo sin escrúpulos que se ha hecho a sí mismo y que en poco tiempo ha conseguido amasar una gran fortuna en el mundo de la bolsa. Gracias a ... [+]
19 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de esta crítica sintetiza mis impresiones sobre una cinta bastante irregular (tanto como lo puede llegar a ser la filmografía de Stone), que contiene virtudes y defectos.

Si empezamos por las virtudes, he de decir que la película me ha resultado entretenida, lo cual suele ser consecuencia de un buen ritmo narrativo, cosa que, en mi opinión, sí tiene. Claro que, cuando decimos de un film que es “entretenido” suena un poco a eufemismo, igual que cuando decimos de alguien que nos resulta “simpático”: con ello evitamos poner de relieve las carencias que provocan que, en realidad, no nos guste lo suficiente… No sé si me explico.

¿Más virtudes? Las interpretaciones de Martin Sheen (sí, sí, hablo del padre) y de Michael Douglas. Y los cito en el orden en el que, creo, merecen mi alabanza. El primero está más que digno en su papel de secundario. El segundo está muy creíble en su papel de tiburón de las finanzas. Claro que hasta el punto de recibir un Oscar por ello, pues no sé yo, tampoco es para tanto, ¿no?

Y como no se me ocurren muchas más virtudes, pues esbocemos algunos defectos. Comenzaré por Charlie Sheen, que ni hace un buen trabajo interpretativo (siendo generosa, lo calificaría de “pasable”), ni tiene un personaje especialmente rico en matices. De hecho, así, en general, creo que todos los personajes resultan bastante planos, llevándose la palma el de Daryl Hannah, que no es “ni chicha ni limoná”.

Respecto a la realización, no diré que sea mala pero, en algunos sentidos, sí deja que desear. Por ejemplo, las escenas de sexo (muy sutiles y puntuales, eso sí) resultan “videocliperas” a más no poder. Tal vez sería injusto decir que ese tratamiento está muy manido pues, aunque estarlo, lo está, sucede que hablamos de una cinta del 87 y tal vez en aquel momento no estuviera tan visto. Al margen de ello, a mí me parece una horterada descomunal lo de las sombras recortadas a contraluz, con movimientos casi coreografiados. Se agradece, al menos, la brevedad de estas escenas toda vez que son tan cursis.

Y por último, la banda sonora, mi adorado Stewart Copeland (uno de los mejores bateristas que el mundo ha dado, por cierto) aquí no está nada fino. En fin, siempre nos quedarán dos buenos temas de Sinatra y de los Talking Heads.
Angie Banshee
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