El australiano George Lazenby sólo hizo este Bond. Está totalmente a la altura, y esta película es de las mejores de toda la serie que aún sigue. Desde luego, es el Bond más humano. Por ejemplo, Connery es un cínico y encantador caballero elegante, Moore reponde al arquetipo de héroe según está concebido el personaje. Lazenby, respondiendo también a ese arquetipo, le dio, además, matices humanos. Connery y Moore jamás muestran cara de preocupación o de miedo con todo lo que les pasa; Lazenby sí. Connery y Moore hacen variado flirteo y sexo pero nunca se enamoran; Lazenby sí. Todas las demás películas de la serie tienen final feliz; ésta no. Diana Rigg, guapísima, está magnífica también en la película, y Savalas hace igualmente un buen personaje. Argumentalmente, esta película es también de las mejores por su guión y es de las de mayor fastuosidad visual, muy bien conseguida.

Las películas de la serie Bond están concebidas como "tebeos" muy bien hechos y de gran solvencia técnica; sin embargo, vistas a la distancia de los años, da la impresión de que hay algo más. La tecnología real no para de crecer y parece que ya hay o va a haber, por ejemplo, una nave espacial capaz de tragarse a un satélite, como sale en una de las primeras de la serie. El misterioso asesinato, de no hace mucho, del hermanastro del líder de Corea del Norte, podría ser, perfectamente, por su forma, el comienzo de cualquier película de la serie 007. Y muchas más cosas. Se podría decir que el mundo actual del primer cuarto del siglo XXI se va pareciendo cada vez más a una película de James Bond.