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España España · Madrid
Voto de Daniel:
8
Drama. Intriga Eduardo (Leonardo Sbaraglia), el gerente de una compañía de seguros, sale a correr para combatir el estrés. Un día, al regresar de un viaje de negocios que ha sido un fracaso, conoce en el aeropuerto a un hombre que lo anima a cambiar de vida, a ser libre; pero no se trata de una simple invitación, ese hombre está dispuesto a asediarlo hasta lograr su propósito. La vida de Eduardo se desliza así hacia un ambiguo territorio, donde las ... [+]
15 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este suspense bien llevado esconde una sutil reflexión sobre la forma de la empresa capitalista moderna y del entorno donde nos ha tocado vivir. La estructura piramidal, en cuyo vértice hay unos déspotas insaciables que, a su vez, se tienen que comportar así por las fuerzas económicas del entorno, pues es todo global y el que no devora es devorado; la feroz e insana competencia interna por escalar a costa de quien sea y de lo que sea, de forma que ya te miren de otra manera y ganes algo que se pueda llamar un sueldo, lo que implica constantes reuniones, muchas de ellas vacuas, como un mero ejercicio de poder, pero que te van robando tu tiempo y tu vida; las idas a los despachos a dar cuentas y recibir instrucciones, el viajar cuándo y a donde te manden, las intrigas, los rumores, los hachazos en forma de reconversiones, de ajustes de plantilla con sus despidos, etc. Aquí, el antagonista es un ser simbólico, muy bien interpretado por Miguel Angel Solá, cuyo fin es tener en sus manos la vida de los demás, y suelta frases muy reveladoras: "Podrías haber sido mi amigo, y ahora vas a ser mi perro..." Y el protagonista, también muy bien interpretado por Leonardo Sbaraglia, es alguien que ya no se puede salir de la maquinaria que le ha absorbido: un cargo de directivo que implica ser la correa de transmisión entre los déspotas y los empleados, el encargado de hacer la selección de los que hay que despedir para completar el número ordenado; el que tiene que dar la cara. Y también su cargo implica un tren de vida para su familia al que ya es muy difícil renunciar. Ahora, efectivamente, se ha convertido en el perro de alguien muy alto, inalcanzable, y no hay salida.
Daniel
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