Esto es lo que pasa cuando una película que desde todos los puntos de vistas debiera ser para mayores de edad, es sin embargo convertida en PG-13 por cuestiones económicas. Así que, en vez de poder utilizar el concepto en su máximo potencial, mostrando las muertes que provocan la repetición del día para la protagonista, de manera gráfica y absurda, tiene que usar trucos de cine para no mostrarlas en cámara, dejarlas a nuestra imaginación o hacerlas demasiado suaves.

Y el problema principal es que la película no es lo suficientemente inteligente como para compensar la falta de entretenimiento basado en la violencia, dedicando muchísimo tiempo a la tensión previa a las muertes (para luego no poder mostrarlas en pantalla) y el misterio del asesino enmascarado, de bajo impacto.

Para sumar otro problema, el humor comienza bien, pero se vuelve bizarro y absurdo llegando al tercer acto, y termina siendo algo irritante y disonante, al menos a mí gusto. En total, un desperdicio en las espaldas de los productores.