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España España · Málaga
Voto de Lukas:
6
Romance. Drama A una joven graduada en filosofía la invita a pasar un fin de semana en el campo una amiga, que también lleva a su padre y a su joven amante. Las circunstancias hacen que la joven y el padre de su amiga se queden solos. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2024
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Vi esta película hace tiempo, en el cine, en pantalla grande como tiene que ser, junto con la otra, Cuento de invierno, y creo que fue en sesión doble, o al menos, en el mismo día. Es decir, que fue una buena ración de Rohmer, y recuerdo que me encantó, ésta y la otra. Ahora tenemos la oportunidad de volver a verlas, en días sucesivos, gracias al canal Indie por M+, que realmente tiene las mejores pelis posibles. Es decir, que vamos a ver clásicos y vamos a olvidarnos de tanto estreno de pacotilla…

Pero los años no pasan en balde, y lo que entonces nos entusiasmó, ahora se cae al suelo, se nos cae de las manos, nos quedamos dormidos inevitablemente, porque con esta cinta se ponen de manifiesto todas las debilidades del francés, y como bien dice alguien en otra reseña, sus pelis son diazepam, te quedas frito sin remedio. ¡Vaya cháchara tonta, vaya aburrimiento! En la primera media hora, de la mano de Jeanne, nos vemos hasta cinco casas, hay que joderse: la casa donde esta profe de filo (para hablar en plan pedante) vive con su novio (fantasma); la casa de ella propiamente dicha (en donde ahora se ha instalado su prima Gaëlle); una casa de una amiga, en donde hay una fiesta; la casa de Natacha, la joven a la que conoce en esa fiesta; y la casa de campo, en Fontainebleau, propiedad del padre de la chavala. En estos primeros minutos se ponen de manifiesto varias cosas. Primero, que los personajes de Rohmer son pijos insoportables, con mucho dinero. Segundo, que hablan por los codos, porque enseguida empieza el recital de Natacha (Florence Darel, maravillosa). Lo otro que enseguida nos llama la atención es que estos personajes hablan mucho, pero en realidad es una chácahara sin sentido, que coge a la filosofía como excusa para no desentonar. Que sí, que Kant está muy bien, pero no hace falta recurrir al culmen de la Filosofía Occidental para montar una historieta que no tiene la menor enjundia. Todo me resbala, todo me echa para atrás: el anillo de Giges, la historieta del collar perdido (¿robado?), el amor en su lugar, la despreciativa e insoportable Ève, novia del papi de la jovencita, etc. Esa es otra: sólo en las pelis de Rohmer (y en las de Philippe Garrel) los hombres maduros de cuarenta o cincuenta años se lían con jovencitas de la edad de sus hijas (véase Amante por un día, de Garrel, cuya sinopsis reza así: “Después de una ruptura, una chica de 23 años regresa a casa de su padre. Allí descubre que éste tiene una relación con una joven de su misma edad.” FILMAFFINITY). Pues eso mismo es lo que pasa aquí. Y como Natacha no soporta a esa Ève de marras, se monta una pequeña película en su cabeza, para…

Que sí, que sí, que la fotografía (de Luc Pagès, autor también de la de Cuento de invierno) es preciosa. Que esta jovencita, como otras jovencitas que aparecen en las pelis de Rohmer, es deliciosa, y su amor por la música clásica es un plus (¡maravilloso Schumann!). Pero eso no basta para elevar un poco la tediosa impresión, el general despropósito de la historia. Porque en realidad, no pasa nada, el guión es soso, y no basta con presentar esos libritos y esos apartamentos y casas para prender la atención del espectador. Por no hablar del vestuario, tan kitsch, tan jodidamente francés. Ya me gustaría encontrar a una jovencita como Natacha, pero me da a mí que esta criatura angelical sólo vive en las pelis de Rohmer, en ciertos conservatorios de música clásica… y en un Chagall, of course.
Lukas
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