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España España · Málaga
Voto de Lukas:
6
Documental Musicalmente enmarcada en el rock y la fusión, la figura de Silvio Fernández Melgarejo fue la de un personaje legendario. Su fama se extendía por todos los niveles sociales de Sevilla, mientras se labraba el calificativo de músico de culto en el resto del país. Este documental cuenta su historia y su vida llena de excesos y genialidad. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2022
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Documentales sobre músicos hay muchos, y más en este tiempo en que el documental parece vivir su edad de oro. Pero éste es especial, y lo es porque retrata una figura única, y muy poco conocida fuera del los círculos más íntimos del músico. Es curioso, que esto suceda, pero sucede. Un músico como Silvio, que es conocido principalmente en ese Reino de Taifa, o Triángulo Sílvico, como alguien ha dicho. Es decir, ese triángulo que abarca algunas zonas de las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, todas esas comarcas y pueblos por donde nuestro personaje se movía como pez en el agua.

El director, Francisco Bech, se dedica a indagar en esta vida, única como todas las vidas, pero en este caso más especial si cabe, como pronto comprobaremos. El documental, artísticamente, no es gran cosa, y la estructura es la misma que podemos encontrar en miles de documentales: recorrido biográfico, aderezado con entrevistas a familiares, amigos y personajes allegados, y todo ello ilustrado con mucho material de archivo, sobre todo televisivo, y también de algunas grabaciones muy caseras, de conciertos y otras veladas. Ya desde el principio nos damos cuenta que todo es muy SD, normal, siendo grabaciones de aquellos años analógicos. Lo importante aquí no es el estilo, sino la figura, el personaje del que se ocupa. Silvio Fernández Melgarejo aparece como un músico precoz, uno de tantos jóvenes que en aquellos años rebeldes (finales de los 60, principios de los 70) quiso encender la escena, imitando el rock que venía del otro lado del océano. Empezó como batería y, poco a poco, saltó a primera línea escénica...., dentro de la Escena Sevillana, de la que nunca escapó. De repente, hay un suceso que lo cambiará todo, y que en el documental no se trata lo suficiente. De repente Silvio se casa, se va a Marbella con su mujer, una rica heredera, y hasta tiene un hijo. Y en 1972, año crucial, se produce algo que traerá consecuencias. En poco tiempo, todo en ese año, nuestro hombre pierde a su mujer (adiós matrimonio) y a una hermana muy querida, que se suicida con 20 años. ¿Desencadenó esta doble tragedia su alcoholismo fatal? Al parecer, no hizo más que acrecentar el alcoholismo que ya existía.

Desde ese año en adelante (tenía 27 años, era muy joven), Silvio tendrá que lidiar con el abandono, el vacío, el sinsentido de la vida. Bech no echa más leña al fuego, sino que se centra en su carrera como músico, dejando a un lado los aspectos negativos, buscando los positivos. Pero la procesión va por dentro, y Silvio empieza una carrera autodestructiva que acabará con él. Son años de una cierta creatividad, pero también de muchas juergas, mucho alcohol y tabaco, siempre el Ducados en la mano. En las imágenes de conciertos, siempre con el vaso en la mano; en una escena, aparece con dos vasos: un vaso tubo, y una copa de coñac, no te pierdas. El director, a pesar del positivismo, no puede evitar sacar algo de lo negativo, como ese dueño de un bar, que aún se acuerda de aquel concierto en que los dejó tirados. A estas alturas del documental, si no eres sevillano y no lo conociste, te resulta un poco difícil congeniar con alguien tan peculiar. Te preguntas, con razón: ¿cómo pudo destruir su vida, de esa manera?

Se suceden las formaciones, en una suerte de olvido a través del arte: Silvio y Luzbel (el demonio que llevaba dentro), Barra Libre, Silvio y Sacramento, Silvio y Los Diplomáticos. Salen discos, que muy pocos conocen, sólo en su ámbito de influencia. Y sin embargo, a nivel nacional también llegaba su nombre, en una especie de onda expansiva, tras las radiación sevillana. A mí, que a finales de los 80 escuchaba a todas esas bandas maravillosas del rock andaluz, también me llegó ocasionalmente su nombre. Pero claro, no puedo decir un tema, un álbum, como puedo decirlo de otros grupos malagueños, por ejemplo (Danza Invisible, El Correo del Zar, Etílicos, Siete Siglas, Tabletom, La Criatura....). Qué momento, ése, cuando sale Rockberto, diciendo que lo que caracterizaba a Silvio es que hacía lo que le daba la gana.

Al final, el deterioro, la decadencia progresiva. Esa tristeza que lo corroía, que no lo dejaba en paz. Ars longa, vita brevis. Siguen hablando los compañeros y amigos, de música y de juergas, y hasta Luz Casal tiene buenos recuerdos de él, de sus conciertos. Cuando llega esa etapa final, esos últimos años, el espectador está ya entregado a esta aventura vital, a este personaje único, y no puede evitar derramar alguna lágrima, compartir la tristeza de los suyos. Alguien dice, en ese último tramo, que cuando murió (el 1 de octubre de 2001, con 56 años) no derramaron ninguna lágrima: lo habían llorado ya antes..., ya todo se sabía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lukas
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