El meollo de esta peli es la mentira. Una mentira que los tres protagonistas, agentes del servicio secreto israelí, se ponen de acuerdo en mantener y mantienen durante 30 años. El más reacio de los tres, a defender esa confabulación, tiene, antes y después del momento clave de la peli, una actitud insegura y errática. Quizás es la pieza más endeble de esta especie de rompecabezas, que se desenvuelve con estilo algo pasado de moda. Pero a mí, hasta que no me digan por qué el médico nazi no los denuncia a los tres a la policía de Berlín, me queda una gran duda, y lo considero un fallo muy importante del guión. Grandes actores en una trama menor y prescindible.