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España España · A Coruña
Voto de Carli:
7
Drama En la isla de Tahití, en la Polinesia Francesa, el Alto Comisario de la República, De Roller, representante del Estado francés, es un hombre calculador de modales impecables. Tanto en las recepciones oficiales como en los establecimientos ilegales, no deja de tomar el pulso a una población local cuya ira puede despertarse en cualquier momento. Y más aún cuando un rumor se instala: parece haberse avistado un submarino, cuya presencia ... [+]
17 de febrero de 2023
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No es obra maestra ni es la mejor película del genial realizador catalán, que para mí sigue siendo aquella que trataba los últimos días del monarca Louis XIV postrado en una cama esperando a la inevitable muerte. Sin embargo, Pacifiction sí que es el ejercicio cinematográfico más atrevido, ambicioso, hilarante y cargante que ha hecho Albert Serra hasta la fecha.

Ayer le pregunté al propio Albert tras la película, en el coloquio que ofreció en la Filmoteca de Galicia, qué le motivó a situar la acción en una sociedad contemporánea y no en el pasado como solía ser habitual en su obra. Con su chulería me contestó que le aburrían ya los personajes históricos y que el rollo de las amenazas nucleares le daba pie a ofrecer una puesta en escena más poética y perversa, algo en lo que acierta de pleno. En este tipo de trabajos cuesta explicar el argumento de la película, simplemente podemos decir que el personaje central es un alto comisionado francés en una colonia cualquiera, específicamente en Tahití. El actor, Benoît Magimel, realiza una interpretación colosal, mostrándose ambiguo y bailando entre dos aguas, intentando no caer en los extremos, pudiendo mantener charlas con políticos carentes de sentimientos a los que no soporta y con los habitantes nativos de la isla sometidos a las particularidades y rarezas de los ricos.

Las primeras dos horas de metraje se desarrollan entre charlas cargadas de verborrea y de frases vacías entre clases altas y lujos desmedidos, especialmente aquellas que se desenvuelven en los clubes nocturnos de la isla. Albert Serra elimina, como bien explicó, cualquier resquicio social que pudiese haber en Tahití, ya que el espectador no ve comercios, transportes públicos o cualquier cosa que le pueda hacer creer que estamos en una sociedad como la nuestra, de ahí que la obra parezca situarse más bien en un futuro apocalíptico sin clichés de ningún tipo. A Albert Serra solo le interesan las imágenes, y la ambigüedad que estas puedan tener en las personas que estén viendo la película. Lo mejor de esta obra despreciada en los Goya recae en los últimos cuarenta minutos, donde la nocturnidad y la oscuridad reinan en la atmósfera, confundiendo al espectador, que realmente no sabe qué va a acontecer y si esas amenazas de ensayos nucleares en la isla van a darse en realidad.

El cineasta catalán describió fantásticamente cómo ese ambiente oscuro y opresivo le da juego a crear un escenario intrigante en el que los diálogos parecen más tenebrosos al no haber luz diurna. La obra termina con una lancha de la armada francesa surcando los mares y el espectador no recordará en unos días casi nada de las tres horas de diálogos artificiales de las clases altas. Lo que sí recordará es el espectáculo pictórico del amigo Albert Serra. Es cine fácil? No. Es cine pretencioso? Tampoco, es el cine que le da la gana de hacer a un director diferente. Merece tener alguna nominación en unos premios como los Goya? Evidentemente a la Academia no le interesa tener en una gala a un cineasta repelente y egocéntrico que falta al respeto a sus compañeros de profesión. Pero esto es un arte, y Albert Serra es un buen director de cine.
Carli
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