Han intentado recuperar la magia de los libros, seguir su argumento, dar a un Voldemort un significado. Y sin embargo, se han visto inmersos en una trama que las películas predecesoras llevaron a un sin sentido. O hacen una historia alternativa, o saldrán engendros raros como esta película: mezcla entre lo que podría haber sido la mejor película de todas las habidas de Harry Potter (y posiblemente que vaya a haber) y una película sobre instituto y adolescentes sobre hormonados.

Alan Rickman está brillante en su papel. Salva con miradas y expresiones escenas enteras. En cambio, los famosos e idolatrados Daniel, Rupert y Emma se quedan en actuaciones que dejan mucho que desear (restando, así, calidad al producto final). En cambio, actrices como Bonnie Wright (Ginny Weasley) o la brillante Evanna Lynch (Luna Lovegood) dan un toque diferente y mejor.

El doblaje en ocasiones deja muchísimo que desear. Siempre me resultó algo forzado, sin embargo, desde la quinta película su nivel ha bajado considerablemente.