Me sigue emocionando el verla con ese par de grandes protagonistas como son el maestro y su alumna, en un duelo de actuaciones que dejan el florete en alto. Y tiene todo el look de las grandes producciones de Hollywood de la época, sin que desmerezca en absoluto; todo lo contrario: su ambientación, la música, el vestuario, todo está perfectamente cuidado e integrado en un relato que, aún teniendo cierto cariz folletinesco en parte, ello también contribuye al interés de la trama... Pero lo que predomina en ella son las luces y las sombras de su dúo principal, magistral para mi gusto, en esa historia de amor a pesar de los pesares... En cuanto al plano final, sostenido, de Antonutti, no es fácil de olvidar.

(Sólo siento que Pedro Olea no pueda prodigarse más ya que, por lo general, aprecio sinceramente su buena filmografía)