O, de almohada a almohada. Y es que después de sesenta años, desde la fecha de su estreno, lo mínimo que puedo hacer es mostrarles mi respeto y manifestarles mi cariño: el que me hacía ir al cine deseando ver aquellos escenarios glamourosos y aquel encanto en general del que adolecía la vida que orbitaba alrededor, al menos de ese modo. Y ellos, sendas fantasías, alimentaban las nuestras con oficio y seducción. ¿Qué, de puertas adentro, sólo era una ficción? Pero, que importaba eso si durante hora y media podías solazarte, sonreír y pensar que en aquel Hollywood fascinante todo era color de rosa y a la semana siguiente tendrías otra ración... Eso sí, dos años o tres después, Blake Edwards, con "Días de vino y rosas", nos aleccionaba también de que todo NO era así. Pero lo cortés no quita lo valiente ;) o eso dicen :)