Ayer me acerqué a ver esta película que sigue manteniéndose en cartel y viene a ser la antítesis de “Camino”, je, je… Es un publireportaje del catolicismo, vale, pero acercarse a la figura de PABLO DOMÍNGUEZ que fue un sacerdote singular (divertido -si no disponía del confesionario echaba mano de una raqueta de tenis, ja, ja!-, inteligente, compasivo, atractivo…) a mí me resultó interesante aunque lo que priva, hoy en día, es hablar del clero con reservas. Se da la circunstancia de que Pablo murió el año pasado escalando el Moncayo, en compañía de su amiga Sara de Jesús, médica y antropóloga, después de llegar a la cima, por lo que levantar este reportaje sobre él equivale tanto a un homenaje como a un documento explicativo de toda su trayectoria que fue esencialmente brillante. Además tenía una norma estupenda: “Los sermones o conferencias nunca podían extenderse más de quince minutos y no había que frotarse las manos en absoluto”… Bien dicho :) Y él brilló mientras vivió, aunque suene un poco ¿kumba?