Aunque sea un adjetivo trillado pero que le encaja bastante. Nació siendo una película ‘moderna’ y sigue siéndolo aún, lo que no es mérito menor. Y el diseño de interiores un acierto, con una atmósfera muy cálida que envuelve a los personajes en cualesquiera de sus circunstancias… Los diálogos, precisos, están muy bien destilados y ese historial de amor en torno al desamor, adopta distintas formas que enriquecen el texto, pero es su pareja central quién domina el entramado con gran sensibilidad y un par de actores espléndidos al servicio de la misma.

De paso asistimos a un mini-tutorial de cómo hacer el amor sobre una silla (mucho mejor que una cama) en una de las escenas más bonitas que se han filmado sobre ello. Sólo una pequeña objeción: esos mitones de Andrew como que no, pero tenemos a cambio una hermosa elegía sobre las lavanderías ¡que vivan!