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Voto de Melón tajá en mano:
7
Drama En 1924, con sólo 29 años, J. Edgar Hoover fue nombrado director general del FBI para que reorganizara la institución. Obsesionado con detener a comunistas, gángsters, delincuentes y a cualquiera que fuera un peligro para la nación, Hoover ocupó el cargo hasta su muerte en 1972, sobreviviendo a siete presidentes, alguno de los cuales intentó inútilmente destituirlo. Los archivos que guardaba celosamente, llenos de secretos inconfesables ... [+]
24 de enero de 2012
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clint Eastwood es un señor mayor que hace películas, la mayoría muy buenas. Dicen que tiene ochenta años pero a juzgar por su agilidad mental a la hora de contar historias no aparenta más de cincuenta. Lo encontramos en el punto justo de madurez: ni tan joven para contar polladas ni tan viejo para obsesionarse con el túnel, cosa que por cierto le estaría totalmente permitida. Al menos así había sido hasta ahora.

Llegados a este punto parece que al ‘viejo’ Clint le ha dado por limitarse a encargos o colaboraciones. La última se llama ‘J. EDGAR’ y sirve de referencia y homenaje a la meteórica carrera del primer director del FBI. Un ajetreado viaje temporal al interior del personaje con sus luces y sombras, alegrías y tristezas, aciertos y errores.

El cine de Eastwood no escatima en lo visual: diseño de producción, fotografía, música y sonido están por todo lo alto. El espectador tiene asegurada la diversión visual. Sus pilares cinematográficos son inamovibles. Además el tipo con gesto amargado sabe escoger caras bonitas llenas de (mucho) talento.


Ahí aparece Leonardo DiCaprio, que marcha imparable en una de las carreras actorales más ascendentes y cuidadas de la industria norteamericana. A su lado están una perfecta Naomi Watts (otro templo digno de estudio) y la inagotable Judi Dench poniendo más experiencia de la que hay sobre el tapete. Chapeau al casting que completa Armie Hammer, actor que interpretara a aquellos gemelos en The social network, de David Fincher.

La dirección sigue siendo impecable. La trama está bien gestionada sin perder de vista el norte al que se dirige, a pesar de un guión que complica la trama con excesivos e innecesarios saltos temporales. Eastwood, consciente de su realización brillante, deja que la película funcione en piloto automático hasta dejarla seca de pasión y emociones.

Sabemos que al bueno de Clint no le gusta dejar hilachos argumentales a la vista de todos, el problema es que al tratar de arreglarlos se notan demasiado las costuras. El tercer acto se hace cansino y le sobran minutos.

Eastwood seguirá siendo el más rápido del oeste y el más joven de los viejos talentos, pero no le recordaremos por este filme. Aún así nos seguirá perdonando la vida. Él a nosotros. Porque puede. Porque quiere.

LO MEJOR: Leonardo DiCaprio está inmenso, una vez más. Pocos actores de su edad son capaces de echarse un papel protagonista a la espalda con tanta seguridad. Naomi Watts sigue demostrando por qué está a años luz de otras actrices actuales. La factura de Eastwood, su capacidad para seguir atrapando al espectador en cada detalle.

LO PEOR: la trama pseudoromántica que hay debajo de la alfombra. Cuando llega gusta, pero al recrearse en ello nos llevamos un pequeño chasco. Al final se hace larga y podría haberse cerrado antes. El maquillaje en algunos casos hace aguas, parece más de telefilme que de gran superproducción
Melón tajá en mano
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