Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Melón tajá en mano:
5
Comedia. Drama. Romance Mariana y Martín viven en la misma manzana en diferentes edificios; pero, aunque sus caminos se cruzan, no llegan a encontrarse. Martín diseña páginas web. Mariana es arquitecta, pero trabaja como decoradora de vidrieras. Además de desilusiones recientes, los dos tienen muchas cosas en común. Viven en el centro de Buenos Aires. La ciudad los une y a la vez los separa. (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los setenta Woody Allen universalizó 'Manhattan'. Desde entonces resulta en vano cualquier intento de retratar con brillantez una ciudad. Y no son pocos los directores que lo han intentado con mucho menos éxito.

Gustavo Taretto radiografía sus amores y odios hacia Buenos Aires en 'MEDIANERAS', una comedia romántica nacida hace siete años como cortometraje que ha crecido hasta convertirse en largometraje. El director propone la ruptura del "chico conoce a chica" y apuesta por el continuo desencuentro entre sus protagonistas: Martín y Mariana, dos individuos incómodos con el mundo exterior y refugiados en un búnker de soledades cotidianas y rarezas comunes.

Si Pilar López de Ayala convierte a Mariana en un imán para el espectador, Javier Drolas hace todo lo contrario con su personaje. Las motivaciones de la primera son un carrusel de matices bien trabajados. Las emociones del segundo son opacas por una interpretación pétrea que impide la más mínima empatía.

El guión (escrito por el propio Taretto) tira de refuerzos para luchar contra la resaca posterior a cada secuencia de Martín. El espectador agradece la generosidad en los textos y las imágenes que definen la capital argentina a través de su arquitectura. Los recursos narrativos y visuales son admirables al principio, pero abusa tanto de ellos que finalmente resultan pretenciosos.

Los numerosos clichés y homenajes son excesivos y echan un pulso a la historia. Nadie gana. El tono es indescifrable y los cambios de ritmo hacen que la película deje caer la interesante estructura argumental al vacío de la indiferencia. La reconstrucción es imposible.

La propuesta del director argentino es entretenida y tiene momentos realmente brillantes. Incluso logra arañar ciertos rincones del alma de quienes seguimos creyendo en el amor como gran vía de escape en una sociedad individualista y empeñada en desprenderse de todos sus valores. Pero todo se queda en la propuesta, después se seca y se hace cemento.

Es impensable que nadie se identifique con Martín o Mariana, personajes dominados por el miedo a la incertidumbre que se sienten aliviados cuando piensan que el amor está ahí fuera esperándoles. El problema surge cuando nos preguntamos si la otra persona nos reconocerá a la primera, a la segunda o a la tercera.

No hacían falta dos Manhattan: bastaba con un Buenos Aires. Taretto se olvida del fondo a mitad de trayecto y elige quedarse con la superficie de las formas de Allen. Para encontrar un final decide abonarse al destino, el peor y más tramposo de los aliados. Último error pero no menos grave de un guión con demasiados nortes y ningún horizonte.

Sabemos que, entre la multitud, Wally va vestido de paisano. Con pistas sería demasiado fácil reconocerlo, pero por desgracia somos unos yonquis sin remedio del más difícil todavía. También sabemos dónde están las verdaderas emociones y seguimos mirando hacia otro lado. Qué pandilla de inútiles somos, ché.
Melón tajá en mano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow