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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
7
Comedia En una cena entre cuatro parejas, que se conocen de toda la vida, se propone un juego que pondrá sobre la mesa sus peores secretos: leer en voz alta los mensajes, y atender públicamente las llamadas, que reciban en sus móviles durante la cena. Remake del exitoso film italiano "Perfetti sconosciuti" (2016), de Paolo Genovese.
28 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfectos desconocidos

Después de una largo tiempo publicando crónicas cinematográficas -más de cien en total- tanto en Filmaffinity como en Facebook para mis amigos, decidí tomarme un descanso. No de ver cine sino de escribir crónicas, que quede claro. Y para disgusto de mis improbables lectores vuelvo por mis fueros con el deseo sincero de no amargarles el Fin de Año.
Descubrí a Álex de la Iglesia en un cine de Buenos Aires -creo que situado en la céntrica y concurrida calle Florida, pero no me hagan mucho caso pues de esto hace ya 22 años- durante uno de mis frecuentes viajes de trabajo a la ciudad porteña. Se trataba de "El día de la Bestia" y de inmediato percibí que asistía al nacimiento de un director potente y atrevido. Desde entonces he visto buena parte de su producción y a pesar de la muy evidente irregularidad de sus trabajos, reconozco que este hombre lleva inoculado en sus venas el talento y la pasión por el cine.
Disfruté de lo lindo con la irreverente "La comunidad", pero me decepcionó "Crimen ferpecto" -no, no se trata de un error ortográfico-; con "800 balas" tuve la sensación de presenciar una inolvidable y bien ejecutada parodia del western; su "Balada triste de trompeta" me pareció soberbia pero padecí lo indecible -se me hizo interminable- con la fallida "Las brujas de Zugarramurdi". Pero a pesar de su incontenible propensión al exceso, Alex de la Iglesia siempre nos deja impresa la huella de su talento y la fragancia que siempre envuelve a un cineasta diferente.
"Perfectos desconocidos", su último estreno, me reconciliarme de nuevo con él. Mezcla con sabiduría el humor y la tragedia que dosifica con maestría a lo largo de los 93 m de metraje. Álex te atrapa desde el inicio en una espesa red de la que no existe posibilidad de escape. Crea un clima asfixiante en un perfecto crescendo sin cometer, esta vez, un solo exceso y hace gala de un admirable y nada fácil ejercicio de contención. Utiliza con inteligencia algunos simbolismos de carácter esotérico ayudado de una excelente fotografía que contribuyen eficazmente a establecer una atmósfera aún más perturbadora. La dirección del cuadro de actores es inmejorable y todos ellos completan una actuación magistral, aunque uno siempre eche de menos más caras nuevas en el cine español.
Les recomiendo sin reservas esta estupenda película y ya les garantizo de antemano que van pasar ustedes una hora y media inolvidable, subidos en una vertiginosa montaña rusa que no nos ahorra sobresaltos.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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