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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
7
Comedia. Drama Christian, mánager de un museo de arte contemporáneo, se encarga de una exhibición titulada "The Square" en la que hay una instalación que fomenta valores humanos y altruistas. Un día le roban el móvil y la cartera en plena calle, incidente que causará más consecuencias de las esperadas.
7 de enero de 2018
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
The square

El andamiaje en el que se sustenta el discurso intelectual sobre el arte moderno se tambalea. El propio lenguaje, en demasiadas ocasiones, se traiciona o presenta preocupantes fisuras. Los exquisitos críticos o especialistas de tan espinosa cuestión se enredan -o se ocultan- tras una jerga poco legible, cuando no incomprensible, incluso para ellos mismos. Y algunos museos, por desgracia, se han convertido en mastodónticos contenedores sin contenido, más preocupados por el aspecto de la fachada que por la excelencia de su interior, más por la arquitectura y la firma de autor que por su verdadera razón de ser, más como imán y atracción turística que como templo de conservación y exposición de sus obras.
Estas y otras cuestiones se dirimen en "The square", una película del director sueco -también responsable del guion- Ruben Östlund que mezcla con humor y ácida ironía el conflicto existente en una sociedad totalmente fracturada. Por un lado, una sofisticada elite intelectual que, como "sumos sacerdotes", dictan controvertidos juicios sobre la concepción e interpretación del arte; por otro, una aburguesada y aburrida clase media que sigue sus consignas como un rebaño descabezado de todo poder analítico; y finalmente, los dammificados del sistema, parias expulsados del paraíso, emigrantes marginados, más preocupados por su propia sobrevivencia que por las elevadas y doctas consideraciones de sus satisfechos vecinos que miran sin pudor hacia otro lado.
Con estos mimbres, Östlund construye una cruel metáfora, irreverente, gamberra e hilarante, cuya finalidad no es otra que la de incomodarnos y a fe mía que lo consigue. Es cierto que Östlund se extiende innecesariamente en alguna de las diferentes historias que -como matrioskas- contiene en el guion y que, de no haberse recreado excesivamente, hubiera corregido sin mayores dificultades en el montaje. A pesar de ello, disfruté mucho con esta inteligente fábula que, entre otras cosas, tiene la virtud de ridiculizarnos sin piedad y mostrarnos la cara más esperpéntica y desagradable de un modelo de sociedad a la que nos ha dado por llamar "occidental". Y ese espejo no siempre es del gusto de un público cómodamente instalado que evita ver la pus que ha invadido su propia herida.
Y como contrapunto, Östlund utiliza con acierto los delicados acordes del "Ave María" de Gounod, que repiquetea insistente a lo largo de la cinta como para suavizar, en parte, la salvaje y a la vez desenfadada ferocidad de su parodia.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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