El reverendo (First Reformed)

El texano Paul Schader es uno de esos directores irreductibles, fiel a sus ideas, y por mucho que haya pasado el tiempo para este ya septuagenario cineasta, siempre repite similares obsesiones. Una severa educación calvinista marcó su niñez y, muy probablemente, su vida adulta y, por qué no, también su cine.
Sin embargo su brillante carrera está cimentada sobre soberbios guiones para que directores de la talla de Pollack en “The Yakuza”, Brian de Palma en “Obsesión” o Scorsese en “Taxi Driver” y “Toro salvaje” los llevaran a la gran pantalla con mucho éxito. Y posteriormente, cuando él mismo comenzó a dirigir, continuó escribiendo las historias de sus propias realizaciones. Y este es el caso de “El reverendo” en el que un gran Schader vuelve por sus fueros y en plenitud de facultades después de dejar su huella en trabajos como “Aflicción” o “American Gigolo” de las que los buenos cinéfilos guardamos un grato recuerdo.
En una pequeña parroquia al norte del Estado de Nueva York, el reverendo Toller -interpretado por un estupendo Ethan Hawke, al que hemos visto en infinidad de ocasiones- ejerce su ministerio con la fe inquebrantable de quien tiene la certeza de cuál es su misión en la Tierra. Porque este mensajero del Señor, un asceta de nuestros tiempos, místico e introvertido, se halla encerrado en el receptáculo de un alma convulsa. Y aunque arrastra un terrible pasado que le atormenta y sufre en silencio una grave y dolorosa enfermedad, Toller afronta estas desdichas con resignada determinación.
Pero una serie de imprevisibles acontecimientos pondrán a prueba su fortaleza, librará una lucha feroz en su interior, verá tambalearse su fe y ante sus numerosas dudas, buscará desesperadamente la redención a través del arrepentimiento y la oración. Pero despertará a sus demonios cuando descubra que los jerarcas de la Iglesia contravienen las reglas más elementales que sustentan sus principios y convicciones más firmes: su propia parroquia está siendo subvencionada con fondos provenientes de empresas que atentan contra el orden natural que ha establecido su dios. En un glorioso y volcánico final, el amor de Mary (Amanda Seyfried, majestuosa una vez más) redime a Toller al tiempo que lo salva de su tremendo error en el borde mismo del abismo en el que pretende inmolarse.
“El reverendo” es una película arriesgada, heterodoxa y en cierto modo valiente y compleja, chapotea en un lodazal en el que muy pocos se atreven. Como ya es habitual, Schader no hace concesiones y no mira -ni siquiera de reojo- los resultados en taquilla, siempre en esa línea inquebrantable que ha caracterizado su prolífica carrera.