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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Serie de TV. Drama Serie de TV (2010-2013). 3 temporadas. 30 episodios. Serie sobre política que narra el ascenso de la carismática Birgitte Nyborg al puesto de Primera Ministra de Dinamarca, y de la influencia del poder en su vida profesional y personal. Borgen es el nombre común con el que se conoce el castillo de Christiansborg, donde se encuentran los tres poderes del estado danés: el Parlamento, la oficina del Primer Ministro y la Corte Suprema. (FILMAFFINITY) [+]
10 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borgen

Tengo serias dudas si embarcarme o no en la prolongada travesía que supone ver una serie danesa que responde al título de “Borgen”. Y la causa principal de mi indecisión son sus tres temporadas con un total de 30 episodios de una hora de duración cada uno. Demasiado larga, pienso mientras me pierdo en un laberinto de de vacilaciones. Finalmente, decido verla atraído por el apetitoso cebo de su contenido.
Y no me arrepiento, porque desde el primer minuto quedo literalmente atrapado en la red de un guion que contiene todos y cada uno de los elementos que alimentan la curiosidad y el interés de este cronista.
Pero antes de entrar en materia, permítanme, mis improbables lectores, una breve introducción que bien pudiera ser clarificadora para alguno de ustedes. Borgen, el título de la serie, responde al apodo con el que los daneses se refieren al palacio de Christiansborg situado en la isla de Slotsholmen casi en el centro de Copenhague. Se trata una soberbia construcción neobarroca de principios del pasado siglo. Y se da la circunstancia -único caso en el mundo- que este recinto alberga a los tres poderes del Estado: Legislativo, Judicial y Ejecutivo. Digamos que es la sede del Parlamento al completo pero también las oficinas del Primer Ministro y el Tribunal Supremo; incluso, la propia Reina tiene reservados para su uso una sala de recepción y varios despachos además de las caballerizas reales que se encuentran en la parte trasera de los bajos del edificio ¿Curioso e intersante, no?
Y es ahí, en este fascinante hormiguero en apariencia caótico e inescrutable donde se desarrolla buena parte del guion en el que la actriz danesa Sidse Babett Knudsen, personaje central y estrella de la serie, oficia dando vida a la Primera Ministra danesa Birgitte Nyborg.
El magnetismo de Babett, una atractiva mujer en la madurez de sus espléndidos 52 años, contribuye sin ninguna duda a potenciar la fuerza seductora del relato. La descubrí en una estupenda película francesa del 2015 titulada “El juez” y que en su momento reseñé en este mismo espacio. Aquella interpretación le valió el César al mejor papel secundario y su calidez, magnetismo y serena belleza no me pasaron desapercibidos.En “Borgen” despliega todo un abanico de recursos interpretativos; se muestra inteligente, hábil y flexible como mandataria a la vez que frágil e insegura cuando se enfrenta a sus problemas domésticos. Y resulta admirable con qué maestría se desdobla para crear dos personalidades dispares perfectamente diferenciadas.
Un numeroso y variopinto elenco de magníficos actores se desenvuelve a la misma altura de nuestra protagonista por lo que resulta difícil destacar el trabajo de unos sobre otros.
Conviene señalar la lucidez y edificante naturaleza de los diálogos, los prodigiosos movimientos de cámara en interiores y la nítida belleza de la fotografía. La línea argumental es absorbente, posee ritmo, no desfallece en ningún momento y la emoción se mantiene inalterable a lo largo de sus 30 episodios. El estilo narrativo es claro, directo, evita caer en farragosas disyuntivas que originen confusión en el espectador, lo cual la hace sumamente didáctica para mejor entender los complejos engranajes que componen el sistema político danés, una de las democracias más desarrolladas y un sector público considerado como el más eficiente y menos corrupto del mundo.
Causa asombro el espíritu colaboracionista de los partidos que componen el arco parlamentario y que, pese a sus diferencias, anteponen invariablemente los intereses y el bienestar de los ciudadanos a los suyos propios. Produce envidia su carácter pragmático, capacidad de diálogo y la flexibilidad de ceder para conseguir una parte del todo que siempre es mejor que nada, signos inequívocos de una sociedad tan inteligente como civilizada.
Para todos aquellos que vivimos en democracias menesterosas que apenas alcanzan un tímido aprobado, se harán inevitables las comparaciones en las que desgraciadamente salimos vapuleados y vergonzosamente postrados en una realidad que no vislumbra horizontes que inviten al optimismo.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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