Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
7
Ciencia ficción. Thriller El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
31 de marzo de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hoyo

Todo indica que la película española “El hoyo” está haciendo furor en la plataforma digital Netflix. Y no deja de sorprenderme que habiéndose estrenado en el 2019, después de ser la gran triunfadora en el Festival de Cine Fantástico de Sitges de ese mismo año, pasara prácticamente de puntillas por las salas de cine y que ahora, un año después, despierte repentinamente la curiosidad del público.
Puede que la combinación de una mayor disponibilidad del tiempo libre debido al aislamiento que padecemos, aunado al tirón de la poderosa plataforma de pago, sean algunas de las causas de este curioso fenómeno.
Es innegable la originalidad del guion no tanto por su temática, que ya ha sido suficientemente explorada en los tres últimos siglos por filósofos, pensadores, ciencia médica en general e incluso la literatura, sino por su insólito montaje escénico, un atrezzo tan inquietante, claustrofóbico y opresivo que roza la genialidad.Y más sorprendente aún me parece el hecho de que el director de esta incalificable realización sea la ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia, un director bilbaíno dedicado hasta ahora a la publicidad y dirección de algunos cortos.
La primera parte es realmente fascinante, nos introduce en la comprensión del artefacto que soporta la trama misma, mientras, paralelamente, desgrana su despiado discurso sobre el comportamiento de la naturaleza humana cuando es sometida a situaciones extremas de supervivencia. Pero agotadas ambas cuestiones y una vez el espectador ya las ha entendido y asimilado, Gaztelu-Urrutia recurre -muy hábilmente por cierto- a todo tipo de tácticas adicionales para mantener la expectación del público. Comienza así la parte más escatológica y repugnante del guion: destripamientos, canibalismo, cadáveres agusanados en descomposición, defecaciones, sangre y vísceras por doquier en un espeluznante catálogo de los horrores difíciles de soportar sin contener el sabor de la náusea.
El final de la historia me parece confuso, no muy bien resuelto, falto de imaginación. Y me asalta la sospecha de que los guionistas David Desola y Pedro Rivero nos quieren endosar, mediante el viejo truco del simbolismo encriptado, la ingrata tarea de descifrarlo, pero este cronista, poco inclinado a resolver alegorías de naturaleza esotérica, no está dispuesto a perder un solo segundo en ello.
La película cumple sobradamente una de las premisas del cine: obligarnos a un ejercicio de profunda introspección. Un espejo, al fin, en el que mirarnos, nítido reflejo de nuestra fealdad, ferocidad, egoísmo y aterradora reverberación de la propia condición humana.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow