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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama Un sofocante día de agosto de 1945, recién acabada la guerra en Europa, los habitantes de un pueblo se preparan para la boda del hijo de un funcionario del ayuntamiento. Mientras, dos judíos ortodoxos llegan a la estación de tren portando dos misteriosas cajas. El funcionario teme que los hombres sean hijos de los judíos que fueron deportados, que vienen a reclamar las propiedades que ahora tienen ellos de manera ilegal, perdidas por ... [+]
23 de agosto de 2018
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
1945

Desconocía a Ferenc Török, un director húngaro del que, para mi mala fortuna, no tenía noticia hasta ahora. Pero su última película es sencillamente prodigiosa y no voy a poder olvidarla en un largo tiempo. Rodada en un blanco y negro luminoso, níveo y pulcro, le bastan 90 angustiosos minutos para relatar una pesadilla que transcurre en tres horas justas: exactamente desde las 12 del mediodía, con la llegada del tren a la estación de un diminuto pueblo de Hungría, hasta las 3 la tarde con la salida del mismo convoy.
Es 12 de agosto de 1945 y el día, asfixiante. Hungría ha sido ya ocupada por los rusos y la guerra está a tres días de su final con la rendición de Japón. Lo que sucede a continuación en esta pequeña localidad resulta espeluznante. El horror, el miedo, la cobardía, la mentira, el egoísmo, el remordimiento de la culpa, el odio, la avaricia y todo un catálogo de miserias humanas, escondidas hasta ese momento bajo la dura corteza del cinismo, aparecen de pronto como atizadas por el fuego abrasador de un pasado que nunca fue extinguido.
Las fronteras de la maldad humana, a pesar de los siglos trancurridos, aún no han sido delimitados. Török la conoce y nos estremece hasta el escalofrío. La insoportable verdad de su relato, su incontestable evidencia, la pavorosa depravación a la que podemos llegar son desgarradoras y nos laceran como un hierro candente.
“1945” es una gran realización, dura, sombría, sí, pero también aleccionadora y hasta imprescindible. Hay certezas que duelen pero mirarlas de frente es mejor que ignorarlas, porque más pronto que tarde deberemos enfrentarlas. Y tal vez sea esta la manera más eficaz de cauterizar la herida.
Török no goza de la notoriedad de Haneke y von Trier o de la que en su día alumbró a Bergman, pero estoy convencido de que cualquiera de los tres hubiera firmado sin dudarlo esta deslumbrante película.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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