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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama. Intriga. Comedia Abe Lucas, un profesor de filosofía en plena crisis existencial, llega a una nueva universidad. Allí se relaciona con dos mujeres: Rita Richards, una solitaria profesora que busca que la rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard, su mejor estudiante y muy pronto su amiga. Aunque Jill está enamorada de su novio, encuentra irresistible la personalidad atormentada de Abe. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irrational man

Hace tiempo que escucho con demasiada frecuencia cómo ningunean el cine de Woody Allen. Cosas como ya lo ha dicho todo, se repite, sólo hace películas menores, no es el de sus primeras realizaciones, es un cineasta amortizado, etc., etc., me aburren soberanamente. Porque no puedo estar más en desacuerdo. Por desgracia, aunque muchas veces sea cierto, creemos sistemáticamente que la calidad está reñida con la cantidad y, sobre todo, porque parece inevitable esa tendencia nuestra a las comparaciones, convencidos de que toda la obra del autor ha de mantener necesariamente el mismo nivel de excelencia. Y eso es imposible, ni Ford, ni Wilder, ni Bergman, por nombrar a tres prolíficos y extraordinarios cineastas, lo consiguieron y dudo que nadie sea capaz de semejante hazaña en el futuro.
Algunas me han parecido extraordinarias y otras muy buenas o simplemente buenas pero no he visto ni una sóla película mala de Woody Allen, ni una. Y es que este portento nos ha malacostumbrado. Estoy convencido de que si cualquier director novato lanzara mañana una película de similares características a ésta que hoy reseño, oiríamos mil y una alabanzas de sesudos exégetas proclamando urbi et orbi frases tan manoseadas como "ha nacido un nueva estrella en el firmamento cimatográfico" u otras simplezas parecidas y los festivales de cine estarían encantados de abrirle sus puertas y cubrir de osos, leones, palmas y conchas a tan ansiado mesías. Discúlpenme ustedes este necesario desahogo y vayamos al asunto que nos ocupa.
"Irrational man" -y van casi 50- sigue la estela de "Macht point" y "Delitos y faltas". Aquí, como ya es su costumbre, Allen nos introduce sin mayores contemplaciones en su diabólica e insobornable revolvedora, nos zarandea del bies y del revés y sus demoledoras cargas de profundidad explotan con increíble precisión en las zonas más sensibles de nuestro cerebro.
Recuerdo una de las películas que Buñuel hizo en México -"Ensayo de un crimen" me parece que se titulaba-, en la que el maestro aragonés plantea el dilema de un hombre que se siente culpable y sufre hasta límites insospechados porque cada vez que desea la muerte a un semejante éste fallece accidentalmente. Finalmente un juez afecto le exime: "El pensamiento, amigo mío, no delinque".
Pero pasar del deseo a la praxis, por mucha justicia poética que te asista y aunque el sujeto de tus comprensibles pulsiones sea un indeseable canalla, es otro cantar. Y algo de esto pergeña este estupendo guión. Es, tal vez -aunque no pueda evitar que el ácido corrosivo de su afilada ironía salpique cada uno de sus diálogos-, la menos festiva y más sombría de las películas de Allen. Conoce y elige muy bien los escenarios en los que se mueve como pez en el agua. En este caso un campus universitario donde respiran personajes ilustrados, elegantes y refinados de la clase media norteamericana.
Joaquín Phoenix, en su papel de Abe Lucas, un nihilista y laureado profesor de filosofía precedido de fama de mujeriego que no atraviesa por su mejor momento existencial y la deliciosa Emma Stone, como Jill Pollar, su discípula más brillante y aventajada, forman una pareja sobresaliente que funciona con la precisión de un reloj suizo y nos hacen disfrutar a lo grande durante 96 minutos que se van en un suspiro.
Así que una vez más no nos queda otro remedio sino celebrar y aplaudir la magia de este seductor neoyorkino que nos regala otra magnífica muestra de su extaordinario talento. Y ojalá nos dure muchos años, porque será muy triste para el cine el día que se apague la llama de esa fuerza incombustible que es Woody Allen.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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