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Voto de Montana:
7
7,2
399
Documental Documental sobre el término "mujer" que choca entre diferentes campos y elementos de la sociedad por la interpretación que dan cada uno de ellos a la palabra tras la pregunta "¿qué es una mujer?".
19 de agosto de 2022
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera mitad del siglo XX conoció la publicación de un número considerable de trabajos de historiografía que intentaban explicar de manera mecánica el ciclo histórico-social. El que acaso fuera el más ambicioso de aquellos proyectos es el "estudio de la historia" de Arnold. J. Toynbee. Según sus investigaciones, actualmente nos encontramos en la fase de cierre civilizacional, en la que un estado (el americano, el romano, el Han, el Gupta) se convierte en hegemón y somete al resto, deviniendo así un "imperio universal". Una característica identificatoria de esta fase tardía de las civilizaciones es la presencia de un ominoso sentimiento de agotamiento y de disolución. Para combatirlo, surgen tres corrientes ideológicamente muy distantes: el arcaismo, el futurismo y la indiferencia. Nos interesan las dos primeras

Para entenderlas mejor, es pertinente recurrir a Sorokin, quien explica fantásticamente cómo evolucionan espiritualmente los pueblos. Se parte de unos cimientos dogmáticos (las religiones indo-europeas, el cristianismo, el Islam), sigue una revolución racionalista (el socratismo, el confucianismo, el budismo) y se termina en materialismo y naturalismo para, a continuación, retornar a la sin razón. Nos encontramos en la tercera fase. Los arcaístas idealizan ese pasado racional del que surgieron las leyes que idolatran y al que desearían volver para contener la degeneración cultural; los futuristas ven en esa misma tradición las causas últimas de la decadencia y ponen sus esperanzas en utopías revolucionarias.

"What is a Woman?" es un ejercicio de retórica en el que el presentador de televisión y youtuber estadounidense Matt Walsh contrapone el racionalismo occidental, el liberalismo clásico, a una de las ideologías que pretenden disolverlo, la teoría queer. Su método es socrático. En primer lugar, pide definiciones a sus interlocutores: "¿qué es una mujer?", pregunta insistentemente. En segundo lugar, pasa a emplear el sentido común; para ello, pide opinión a aquellos que no han sido manchados todavía ni por el pensamiento sutil ni por la erudición: al tosco, al niño, al salvaje. Walsh defiende la utilidad del uso de clasificaciones y lógica para dotar de significado real a las palabras; los representantes del pensamiento queer entrevistados piensan que las palabras son constructos humanos vacíos de significado y desconectados de la realidad que se pueden emplear de forma creativa.

La primera mitad del largometraje es cómica. Hay varias escenas verdaderamente divertidas, como la que abre el documental o la de la incursión en la manifestación feminista. Se deja hablar a los entrevistados sin que las opiniones del protagonista ocupen demasiado espacio. No obstante, a medida que avanzamos, vamos viendo que estos no son unos Gorgias o unos Protágoras que reciban amigablemente la crítica y la disensión; de hecho, reniegan del diálogo como forma válida para llegar a la verdad.

Una vez cruzado el ecuador, el tono se vuelve decididamente tétrico. Los colores apastelados y la iluminación resplandeciente dan paso a las sombras, y la música de ambiente, a la música de tensión propia de los thrillers. Se nos presentan las biografías de dos siniestros médicos que ocupan una posición de preeminencia en la genealogía del pensamiento queer y escuchamos los testimonios de un transexual que se arrepiente de haber transicionado, de un canadiense encarcelado por intentar impedir la hormonación de su hija menor de edad y de jóvenes atletas resentidas con la participación de transexuales en competiciones deportivas femeninas. De pronto, somos conscientes de las implicaciones del triunfo del quijotismo y se nos inocula el sentimiento asfixiante de estar inmersos en las pesadillas burocráticas de Franza Kafka o en los pandemoniums soviéticos de George Orwell.

Las cualidades estéticas del documental son exiguas. Música de ascensor, bustos parlantes, chistes fáciles, etc. Es más un producto televisivo que cinematográfico. Su final, como no podía ser de otro modo, es optimista.
Montana
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