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Voto de FATHER CAPRIO:
8
Western En 1868, trescientos indios cheyennes expulsados de sus tierras vivían miserablemente en una árida reserva de Oklahoma. Tras esperar en vano una solución de las autoridades de Washington, sus jefes decidieron emprender un largo viaje hasta sus praderas natales. Pero la huida fue descubierta y la caballería salió en su persecución. En el primer combate murieron el comandante Braden y ocho de sus hombres. Cuando se supo la noticia, ... [+]
9 de junio de 2010
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí. Ya lo sé. Las localizaciones son erróneas. Los cheyennes, cuentan las crónicas, estaban confinados en Oklahoma y no debían atravesar Monumental Valley (Utah) para regresar a sus tierras. Pero, Monumental Valley es una hermosura como escenario. ¿La fotografía en color de William H. Clotter nominada al Oscar? Cantado. Y de no haber sido por Cukor y su My Fair Lady, que era mucho toro que lidiar, premio seguro. Porque al buen hacer de Clotter se le unía ese ojo mágico de John Ford que aún con 69 años entre sus párpados tenía una cámara en lugar del globo retiniano.

Si esto fuese un documental del Canal Historia pues me indignaría muchísimo estos cambios de entorno, pero cuando de un western y del genio Ford se trata, lo agradezco y me maravillo ante ese plano, o secuencia, o como se llame, de los militares lanzados al galope sobre las arenas desérticas y bajo un sol de justicia. Yo lo llamo: Belleza plástica.

Y puestos a hablar de justicia, chapeau por Ford quien, con el exilio de los Cheyenne, revindicó la figura de todos los indios. Y si esa reivindicación pasaba por deteriorar la imagen del hombre blanco, pues no pasa nada. El público es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que en todos los tiempos hubieron canallas de todos los colores de piel. Por lo general, en cine, los asesinos impíos y detestables son los pieles rojas, pero Ford, por eso (y otras cosas) era un maestro, puso su cámara en el extremo opuesto.

Excelente Richard Widmark. Discrepo de quienes lo comparan con John Wayne, aunque no dejo de reconocer que es una comparación inevitable. Bien Carroll Baker. Respecto a James Stewart resulta curiosa su presencia. Junto a otros dos grandes: John Carradine y Arthur Kennedy ocupan lo que podría denominarse el intermedio del film. O sea que Ford no dejaba ni a los caballeros acercarse al aseo ni a las damas a la toilette.

No es una obra perfecta. Tiene sus gazapillos, digámoslo así. Por ejemplo ¿Cómo pudieron encerrar a medio centenar de indios en barracones cerrados a cal y canto sin registrarles previamente y quitarles las armas? Se lo perdonamos porque es Ford y porque la película es maravillosa con momentos notables. Esa estoica formación inicial de los indios con su jefe a punto de desplomarse es una secuencia mágica de un cine mágico, el de un John Ford que mimaba cada plano con la meticulosidad de un orfebre.

En una ocasión tuvo al personal preparado y de pie durante más de tres horas esperando que la longitud de las sombras fuese la adecuada. Y es que la genialidad no es un don que se reparte caprichosamente al primero que pasa por ahí. No. La genialidad hay que currársela.
FATHER CAPRIO
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