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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de Ficus Pandorama:
9
Drama A finales del siglo XV, en París conviven un pueblo ignorante, un rey comprensivo, un malvado juez y una organización de mendigos que servirán de comparsas a dos personajes marginados: la gitana Esmeralda y Quasimodo, el jorobado campanero de Notre Dame. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la cámara alejandose de Notre Dame de París, en un último plano final, se lamenta como mirando al cielo un triste y resignado Quasimodo, al ver marchar a su bella gitana Esmeralda, en una escena en el que parece ser una gárgola mas de la famosa catedral parisina.

William Dieterle sabedor de las buenas artes del expresionismo alemán, hasta que en 1930 emigra exiliado a los Estados Unidos, nos dibuja una formidable adaptación de la célebre novela de Victor Hugo, "Nuestra señora de París" escrita en 1830. Con unos magníficos decorados obra de Van Nest Polglase, en un blanco y negro de la época, bañada por la música de Alfred Newman, buen vestuario y destacado trabajo artístico, que realzan todavía más está ya conocida historia de la bella y la bestia en un París medieval, de odios y pasiones, de luchas y enfrentamientos por libertades ideológicas.
Maureen O'Hara en la que es su tercera aparición en pantalla, esta correcta, aunque a mi modo de ver algo contenida me parece en su papel, de la gitana Esmeralda sobre todo a la hora de expresar su lastima y cariño por el jorobado campanero, al que da vida en una espectacular caracterización Charles Laughton, curiosamente el descubridor de la actriz de origen irlandes, que la impuso como protagonista en "Posada Jamaica" de Alfred Hitchcock (1939).
Dan más lustre si cabe a está conocida historia, un cóctel de geniales actores, como Cedric Hardwicke en un malvado Frollo, Edmond O'Brien en el poeta Gringoire, o Thomas Mitchell en el mendigo Colpin, entre otros, todos ellos esplendidamente dirigidos por Dieterle. La interpretación de Laughton, no se puede definir de otra manera que de inconmensurable, como de tantas en su carrera filmografíca, en está entre otras, destacaria sobre todo una escena para mi inolvidable por lo que tiene de grotesco e infantil a la vez, cuando Quasimodo juguetea con las campanas en lo alto de la catedral haciendolas repicar, al moverlas con sus piernas y brazos como si fuera un niño enfadado con su juguete.
Rodada en setenta y tres días, cuando ya comenzaba la segunda guerra mundial, Esmeralda, la zíngara constituye una obra clásica, de la época dorada de Hollywood.

Clásico inmortal de la RKO, muy buena.
Ficus Pandorama
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