Sin llegar a aquella perfección mística que fue "Hermano Sol y Hermana Luna" o a la belleza lírica de "Francisco de Asís" de 1961, esta nueva versión ofrece una reflexión a aquellos progenitores y tutores que se negaban a perder a Francisco y Clara en la vida seglar de su época en pos de la Iglesia.

Nacidos ambos en familia de clase alta de Asís, siendo Francisco el heredero de un negocio mercantil de telas, y Clara una dama de la nobleza local, ambos se opusieron a la fuerza con que sus respectivas familias lucharon para egoístamente arrastrarlos hasta casa para casar a una y hacer del otro un comerciante igual que su padre.

Pero lejos de pretender seguir una vida plagada de lujuria mundanas del cuerpo para Clara y del alma para Francisco a través del matrimonio y de las monedas respectivamente, ambos lucharon por responder a aquella voz elevada que llegó hasta ellos.

A Dios.

Juntos recorrieron este duro camino.

La aprobación por parte del papa de la orden fundada por Francisco supuso el primer gran triunfo de Francisco de Asís sobre una sociedad que lo despreció tratándolo de loco por tomar abiertamente su camino frente a su padre, y para el clero después al humillarlos con su vida humilde.

Especialmente buena esta miniserie en el retrato de lo que supuso por separado e individualmente para sus respectivas familias la decisión de Clara y de Francisco, dejan entrever lo deseados que ambos eran por sus seres queridos y qué grandes esperanzas recaían en ellos mientras Dios les esperaba.

Dramáticamente es una película apasionante, no lírica, pero sí conmovedora, inspiradora en todo sentido.
Jamás se había retratado tan bien el contexto familiar y social ni aquello a lo que realmente renunciaron ambos santos.

Con un reparto muy pobre, pero suficiente esta historia por fin se repite de una manera extraordinaria, que mejor que se hubiese rodado ahora, pues el mundo con toda certeza lo necesita más que en 2007, espero que rueden más de esta temática.