Intensa aventura marina, perfectamente proyectada ahora con el calor para crear una sensación más verdadera de la historia.
El verano se abre con B. Lively, un poco crecidita para aparentar eso de los 18, pero sin queja por mi parte, en una playa paradisíaca de México llamada en mi opinión "Infierno Azul" por la concurrencia de escualos que se debe de producir ahí.
Concretamente un gran azul es el que le amarga la vida a nuestra heroína, que es una tía buenorra y valiente que sólo quiere rememorar los buenos tiempos de la juventud de su madre, surfeando en esa remota pero preciosa playa. Y surfea pero que muy guay, hasta ahí vale.Pero de pronto aparece él, la pesadilla de aquellos años setenta, aparece el azote de los mares, el devorador de tías en tanga, y surfistas machitos, el padre del terror bajo las aguas, el que tiene los dientes más largos del verano sin ser Drácula...el temible, el inigualable, Tiburón.
Y nuestra chica se queda atrapada, en una lucha que se convierte en un curso de adrenalina a domicilio por ver quien la tiene más grande, si Blake Lively, la pobre toda herida, o el tiburón huele-sangre.
Esto es un pulso: haber quien es más rápìdo, quien es más listo, quien tiene más paciencia y sangre fría y quien le hecha más huevos. Sinceramente la interpretación de Lively me ha gustado bastante.
No es la adolescente que nos quiere mostrar, pero sí una actriz guapa y actual que sabe como ganarse una película de acción tan intensa y metérsela en el bolsillo.
Seguro que un Globo de Oro no le dan, pero un Razzie tampoco.
Es de esas actuaciones memorables, que si bien no verás dos veces, te la tragarás cuando la echen un día por la televisión. La peli tiene una fotografía increíble, y una historia interesante, muy promocionada, durará en el cine lo suyo pienso.