Nueva versión de Aladdin que no aporta gran cosa a Walt Disney, puesto que nada podrá jamás competir con la original Aladdin de los noventa, la de animación.
Estas película de action-in-live de Walt Disney están hechas como reclamo para sacar dinero.

Todos nosotros, entre los que me incluyo, vamos a ellas como máquinas tragaperras para meter nuestras monedas y ver qué sorpresa nos darán, qué regalo. Y no es ninguno.
Un Aladdin feucho ,regular como actor, nos regala una interpretación incluso superada por ese otro Aladdin de la serie "Ónce upon a time" increíblemente de chico pobre que lucha para que la princesa le quiera.
La princesa, una Naomi Scott que si bien tiene una bonita voz es una actriz más de Bollywood que de Hollywood por lo menos con este papel de progre Jasmine que enarbola la bandera de un feminismo rancio y que no viene al cuento en una mítica historia como ésta, está totalmente sobrevalorada. Will Smith lo intenta, pero no lo consigue. Sus chistecitos no aportan mucho más a un genio que dobló Robbie Williams en su momento en USA y que aquí lo hizo Josema Juste. Los efectos son maravillosos, pero el dinero que se han gastado y el que nos sacan es solo para estropear los originales, como han hecho con la Bella Durmiente y la Cenicienta.
Ahora a cargarse Mulan, y la Sirenita, ánimo.