Con ritmo pausado (demasiado, en algún momento) pero pulso firme, bo Odar nos cuenta una historia negra con su (como no podía ser menos en éste subgénero policial) oportuna carga moral, pero con la honestidad de evitar todo pronunciamiento, dejándole al espectador la tarea (por otra parte, nada complicada) de lamentarse sobre el amasijo de vulnerabilidad, inteligencia, egoísmo interesado para exponer en la galería y desequilibrio que, a veces, somos los humanos.

En "Silencio de hielo" no pasa nada, mientras pasa de todo, hay algo raro pero todo es normal, la corriente del tiempo fluye, pero no hay rápidos en el río.

Y eso vacía un tanto el alma sórdida de lo terrible, disfrazándolo todo de una extraña apacibilidad melancólica, como si se tratara de un tranquilo día de verano mientras, amablemente, nos obliga a esperar el fin de lo que se cuenta.

En resumen: interesante, lo que ya es mucho entre tanto producto diseñado para el escaparate comercial.