Desde luego, lo de Hollywood invita a retorcer pescuezos. Pero, claro, después de contar hasta diez mientras respiras hondo un par de veces, te das cuenta de que la “curpa curpita” la tienes tú mismo.

Porque, ¿quién te manda ir a ver americanadas de temporada (estival)?

The shallows es un thriller de supervivencia con heroína (tiagüena, no la droga) en paraíso tropical, rodado con impecable estética de spot publicitario.

Además la premisa es interesante, y Collet-Serra le imprime buen ritmo, pero no debemos olvidar que es una de esas historias que son “carne de corto”, porque se cuentan enseguida y no dan para más. Y si queremos estirarla como a un chicle para que pueda llamarse “largometraje”, hay que rellenarla de algo (ingenio e inventiva sería lo ideal pero, como sabemos, corren malos tiempos para ambos).

Y es aquí precisamente donde el tal Jaswinski (guionista) empieza a desbarrar, se olvida de verosimilitudes (justo lo que nunca hay que hacer, por muy fantástico que sea lo que estés contando) y convierte la segunda mitad de la película en un descenso suicida de montaña rusa oxidada (con referencias spielbergianas incluidas), que acabará en un vergonzoso y, encima, caramelizado batacazo final.

Una lástima. Pero claro, esto es una fábrica de historias al servicio de una industria, y la peli debe de poder ser vista por papás, mamás y nenes, que en grupo se deja más pasta en taquilla.

Y un error. Porque lo que podría haber sido una más que curiosa historia, con posibilidades incluso de pasar a formar parte del olimpo del “culto” friki (véase la bastante mejor “Open water” Chris Kentis, 2003), sólo llega con esfuerzo a la categoría de vulgar “pasatiempo” veraniego para todos los públicos, con lo que ya está todo dicho.

EN RESUMEN: mirad bien la cartelera. Puede que haya otra cosa más interesante.