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España España · Madrid
Voto de McTeague:
8
Drama Maria es la esposa de Sir Frederick Barker, aristócrata británico que hace tiempo que no le presta atención. Enfadada, se va a París sin decírselo a su marido. Maria conoce allí a Anthony Halton, un americano con quien cena y visita los monumentos de la ciudad... (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2011
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la fachada que presenta “Ángel” de comedia clásica, con toda la sofisticación y refinamiento de que era capaz Lubitsch, se esconde un verdadero ejercicio estilístico arriesgadísimo y casi impensable para cualquier otro director: parece como si Lubitsch, después de quince años perfeccionando su toque, tan basado en la elipsis, hubiera dicho “Bien, ahora vamos a ver si es posible hacer una película entera en elipsis”. Y “Ángel” demuestra que sí era posible. Prácticamente ninguno de los momentos principales de la trama pasa ante los ojos del espectador, e incluso en el final los protagonistas están de espaldas.

Pensando en frivolidades, uno se da cuenta de que Lubitsch, que dirigió algunas de las mejores interpretaciones de muchos actores, solo consiguió que nominaran al Oscar a dos de ellos (Maurice Chevalier por “El desfile de amor” y Greta Garbo por “Ninotchka”), y viendo “Ángel”, todo cuadra: es una de las mejores interpretaciones de la Dietrich, pero claro, allí donde un director convencional habría dado a la estrella grandes escenas de confesar verdades, o de dudar, o de llorar, Lubitsch pone una elipsis y deja a la Dietrich sin su gran momento de Oscar.

Pero ahí está toda la magia de esta película, y es mucha: Lubitsch deja que la gran mayoría de la película pase en la cabeza del espectador, que no es que tenga que rellenar algunos espacios del puzzle, sino que prácticamente tiene que decidir cómo quiere hacer el puzzle y qué dibujo quiere que aparezca al final. En el comienzo se filma una mansión desde fuera, en un espectacular travelling gracias al cual solo vemos lo que pasa dentro de la casa a ratos, cuando una ventana nos deja, y nunca oímos nada. Se burla así la censura en una situación, digamos, potencialmente delicada, y se deja que el espectador imagine cómo de disipado es exactamente ese ambiente. En un momento clave Lubitsch se atreve hasta a birlarnos el gran momento de un descubrimiento, pero el resultado es que el suspense se dispara a niveles inusuales en una comedia. Y como ya dije, incluso en el final los protagonistas están de espaldas, de manera que el espectador es quien decide si ese final hace felices o no a los protagonistas, si es un final feliz o amargo.

Así, el experimento narrativo de Lubitsch, radical como pocos se han visto, ese tratar de contar una historia solo con elipsis, se salda con éxito: se añade picardía donde la censura no la permitiría, se añade humor a situaciones dramáticas, se añade un enorme suspense donde normalmente no lo habría, y se baña todo en una absoluta ambigüedad que deja al espectador la libertad de interpretar la historia como quiera. El famoso “toque” nunca estuvo tan cerca de la vanguardia como aquí.
McTeague
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