No podía dejar pasar por alto una película que versara sobre una etapa de la biografía de Laurel & Hardy -para nosotros, 'el gordo y el flaco'-. No podía. Permanecen en la memoria colectiva de una España de la posguerra que disfrutaba de sus cortos como complemento de todo largometraje, que aplaudía sus sublimes parodias, que acabó revisionando en el colegio o en sus propias casas, gracias, en este último caso, al 8 mm.

Se trata, en fin de una de las cinematográficas parejas cómicas más importantes de la historia, Stan Laurel [el flaco; Steve Coogan] & Oliver Hardy [(el gordo; John C. Reilly], que interpretaba sus propios guiones, elaborados a partir de ideas y textos de Stan, y que supo transitar muy dignamente del cine mudo al sonoro, precisamente porque su humor no necesitaba de muchas palabras.

La película, que resulta muy académicamente dirigida por un Jon S. Baird de escasa trayectoria filmica, se basa en un guión de Jeff Pope, basado en el libro ‘Laurel & Hardy – The British Tours‘ (1993). de ‘A.J.’ Marriot, narrando las peripecias melodramáticas de la gira teatral que la pareja realizó por el Reino Unido a comienzos de los 50', cuando ya se alejaban de los tiempos de mayor esplendor.

Estamos, pues, ante una historia corta que da lugar un film de poco más de 90 minutos y en el que lo más importante no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta y, sobre todo, como se interpreta lo contado. Revelando los sinsabores propios de la decadencia y las dificultades que entraña la forzada convivencia de una pareja de artistas condenada a trabajar juntos porque el éxito se basaba en esa labor de equipo.

Baird consigue el tono melancólico y tragicómico de una cinta que retrata espléndidamente la alternancia entre los sinsabores y las alegrías, en un clima afectuoso y tierno donde, en su empeño por evitar tanto el histrionismo como lo lastimero o excesivamente emotivo, quizás se peca un tanto de una teatralidad que sólo se subsana a partir del último tercio.

Donde la obra adquiere un talento pocas veces contemplado es en el nivel de interpretación y de caracterización de John C. Reilly y de Steve Coogan, absolutamente deslumbrantes y mágicos hasta el punto de que las nominaciones en los Globos de Oro y los BAFTA se centran precisamente en eso. Es una auténtica delicia contemplar su trabajo., que deja atónito al espectador que ha vivido las más de cien filmaciones de la pareja original. El lenguaje gestual y corporal y su capacidad de transmisión resulta sublime y que, por sí solo, es razón más que suficiente para no perderse la película.

A destacar, la lograda fotografía pastel de la época, a cargo de Laurie Rose; también la complicidad interpretativa de Nina Arianda y Shirley Henderson, como esposas de la pareja; de un equipo técnico que borda las reconstrucciones teatrales de algunos de los números cómicos más famosos; una banda sonora de Rolfe Kent que acompaña; y de un cuidado diseño de producción y ambientación.

Es difícil contemplar una interpretación a tal nivel y resistirse a recordar a aquella fantástica pareja [7 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/03/23/el-gordo-y-el-flaco-stan-ollie-r-unido-2018-de-jon-s-baird/