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Voto de Rubén Sánchez Díaz:
9
Drama Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció. (FILMAFFINITY) [+]
30 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película te hace llorar significa que te ha tocado en tu ahonda parte más humana: en tu sensibilidad, en tus valores y sobre todo, en tu manera de ver y comprender el mundo. Particularmente, cualquier película que consigue sacarme aunque sea una sola lágrima, hace que, automáticamente, se quede guardada muy especialmente en un rincón de mi memoria.

La historia que aquí se nos cuenta, la de Lee Chandler, podría ser la de cualquier persona en un bache emocional o simplemente la descripción narrativa de aquellas que no consiguieron lo que se proponían y se han visto relegadas a una vida de banales actos cotidianos. Sin embargo, pese a este inicio simple de la cinta, que muy inteligentemente cimienta Lonergan, esta va creciendo y madurando con cada escena, y junto con ese fotografía tan acogedora, sencilla y de tan fácil de visionado, hace que te adentres en una trama de un carácter muy familiar. Nos vamos andentrando en el personaje de Chandler y conocemos sus penas y miserias y llegamos a conocer la terrible causa de su taciturna vida y personalidad, y pese a quizás no compartir, entiendes y empatizas, algo que consigue humanizar a la película y dar vida al personaje, no me extraña que Affleck haya conseguido el oscar por su actuación.

Se trata de una película, ante todo, humana, bajo un también merecidamente galardonado guión que parte de unas premisas muy simples y cotidianas, que habla sobre las heridas que unas personas dejamos en otras, de qué y cómo es vivir con una de esas heridas, y de lo que provocamos los unos en los otros, para llegar a cotas que alcanzan lo surrealista y lo absurdo, una película que deja un poso de paz interior muy dificl de conseguir en dramas de este calibre.
Rubén Sánchez Díaz
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