Vi esta película prácticamente cuando su estreno y no la había vuelto a ver hasta ahora (2014). El motivo fundamental que recordaba para volver a verla es la actuación de F. Murray Abraham, y, desde luego me ratifico: aunque la película fuera mala (cosa que indudablemente está muy lejos de ser), valdría la pena aguantar los 150 minutos examinando plano a plano el trabajo de Abraham. Cada gesto, cada movimiento de sus manos, cada entorno de sus ojos, absolutamente todo es perfecto. La escena cuando asimila la partitura que le entrega la mujer de Mozart es absolutamente extraordinaria, la sucesión de expresiones de éxtasis de esta escena es memorable. Solo me ha faltado verla en versión original, pero no voy a tardar. Pero además ahora he visto muchísimo mas de lo que ví en su momento. Una perfecta intercalación de la música del maestro, una historia que no decae en ningún momento -aunque muchas cosas no sean históricamente correctas, pero tampoco se pretende-, y una película a la que los años no hacen sino mejorarla, como los vinos. Injustamente no he tenido nunca esta película entre mis favoritas, 30 años después, subsano mi error.