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España España · Barccelona
Voto de EL ALBATROS:
9
Terror. Thriller Böhm interpreta a psicópata que fotografía a sus víctimas mientras mueren; es un hombre profundamente perturbado, cuyo desequilibrio hunde sus raíces en la infancia. Su padre, un científico obsesionado por estudiar las reacciones infantiles ante el miedo, destrozó su psique y lo convirtió en un adulto acomplejado y afectado por una demencia demoníaca. El personaje necesita registrar en imágenes el terror que sienten sus víctimas antes ... [+]
16 de julio de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mirón", es la traducción literal del título de este sugestivo film PEEPING TOM, de Michael Powell, sin su compañero habitual Emeric Pressburger, film precursor de lo que más tarde fueron las “snuf movies”. Un interesante ejercicio en torno al arte de filmar por parte de un adicto que padece una enfermedad que es la que da título a mi reseña, la escoptofilia, el impulso mórbido de mirar. Se trata de un thriller fantasmal pleno de matices y sugerencias, visiones deformes en juegos de espejos y cine dentro del cine, donde la cámara es testigo del proceloso mundo del sexo para disfrute del protagonista y a la vez de nosotros mismos que asistimos como espectadores invitados. El nombre de Michael Powell, fabricante de ilusión e inquietud que inspira, según los casos, respeto o curiosidad, pero sobre todo expectación por las propuestas siempre originales, ésta fue la más valorada de su carrera.

El director la definía como “La película de un cineasta”, refiriéndose al protagonista Mark Lewis. Un hombre que creció traumatizado, arrastrando obsesiones pretéritas relacionadas con el miedo . El propio Powell interpreta al padre de Mark que lo filma en películas caseras. Lewis adulto (Carl Boehm), trabaja como foquista en unos Estudios cinematográficos, y se gana un sueldo extra haciendo fotos pornográficas para esa sociedad pudorosa que las consume con fruición, una vez más se aprecia el disfrute mutuo. Cinta llena de implícitas perversiones en ambos lados de la cámara, tanto dentro como fuera de la pantalla.

El acertado detalle de guión (Leo Marks) de presentar ciega a la futura suegra del aplicado Lewis, la sra.Stephens (Maxine Audley), cuya hija se ha enamorado del gentil joven, nos muestra cómo solo la ceguera le hace inmune al poder hipnótico de la cámara, pero ella en cambio, puede ver aquello que otros no alcanzan a ver, rasgando el velo de la intimidad del novio de su hija. Luces y sombras que recuerdan al cine de la Hammer y nuevas corrientes modernas. Así como una forma de indagar en los senderos del drama psicológico, uno de los referentes del cine británico de esa época. Pese a ser una de las cumbres del cine de terror, se trata de una propuesta brillante e inclasificable por lo que supera el mero género fantástico. Se presta a cuestionar con osadía esa sociedad en apariencia abierta al progreso que en el fondo, está cargada de prejuicios desde la moral burguesa.

En definitiva, una aguda reflexión sobre el miedo como resorte de la ficción, y la única capaz de superarlo es su novia Helen (Anna Massey), pues el miedo es el origen del trauma del fotógrafo, el éxtasis y los sufrimientos de un hombre sometido a un proceso de autodestrucción. El ojo de su cámara de 16 milímetros se apropia de la realidad, para luego disfrutarla en la oscuridad espiadas por el espectador desde su butaca. Un bello relato, un cuento triste, lirico y barroco, tratado con singular cariño, con una creativa y soberbia fotografía cromática de Otto Heller, sobre el voyeurismo que nos hace partícipe a todos, de forma instintiva e irremediable. Una parábola sobre el sentido del cine y sobre la pasividad del espectador en su relación con este medio de expresión que tanto amamos.
EL ALBATROS
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