Cuando uno tiene un boleto premiado… Hay que tener agallas para ir a cobrarlo. Este es el consejo que Ben Affleck, amigo íntimo de Will (Matt Damon) le brinda a éste, preocupado por su situación. Pero el sencillo y complejo a la vez, planteamiento de la película, en mi opinión, alude a ¿Quién soy, y a donde quiero ir? El problema de Will es que tiene miedo a enfrentarse a la vida, y anda zascandileando con unos tipos toscos y descerebrados con los que él se siente protegido por la lealtad que todos ellos se profesan. El otro amigo es el “cometarros”, Robin Williams, quien le pone bien claro que una cosa es la teoría y otra son las experiencias reales: “Tú puedes conocerte toda la biografía de Miguel Angel y su obra artística… pero no has visto ni olido la Capilla Sixtina”, “Te habrás acostado con muchas chicas, pero no sabes lo que se siente, cuando despiertas por la mañana junto a la mujer que amas”.

Will es un joven con una sorprendente capacidad intelectual para las matemáticas (no es un empollón como alguien ha comentado), tiene un Don innato, lo que para cualquier mortal acarrea dificultad, Will lo resuelve fácilmente, un superdotado salvando las distancias, como Da Vinci, Mozart o Einstein, son genios irrepetibles, la inspiración fluía de ellos con naturalidad, pero eran también personas como Will, seres imperfectos como nosotros. Su carácter rebelde y su vida desordenada, le impiden sacar buen provecho de ella, incomprendidos de una sociedad ajena a su talento. La relación que surge de sus visitas al “comecocos”, un profesor con habilidades psicoanalíticas que conoce la valía del muchacho e inicia una relación didáctica y amistosa, que superados los conflictos iniciales, compartirá con Will sus fantasmas, él entiende a Will porque sus traumas de infancia, fueron similares.

Will no es un pedante que alardea de su talento, sólo se sirve de él como técnica de autodefensa, para defenderse de lo que él entiende por agresión exterior. El problema se acentúa cuando conoce a una chica (Minnie Driver) de una posición económica muy superior. Otro interesante dilema es el que plantea el profesor de matemáticas (Stellan Skarsgärd), su descubridor que egoístamente intenta incorporarlo para el beneficio de la ciencia y la humanidad por su don especial, sin percatarse quizás, que por encima de todo está el ser humano que debe decidir por sí mismo su futuro. Han pasado 20 años del film que lanzó a la fama a dos jóvenes inquietos y atrevidos que ahora reinan en Hollywood. Este original argumento lo escribieron juntos en la universidad Matt Damon y Ben Affleck y premiados con el Oscar ese año. Una reflexión sobre la forma de encarar el futuro por parte de los jóvenes.