Encontré esta joya de la animación en una tienda de esas de 2ª mano, donde puedes encontrar ocultos tesoros olvidados de cualquier tipo, maravillas del celuloide desechadas por sus dueños que no valoran lo que vale la pena, al menos en mi opinión como en este caso. Menospreciado y muchas veces relegado a mero cine infantil, el cine de animación en sus diversos estilos ha adquirido una mayoría de edad muy respetable en los últimos años, más allá de la genial Pixar que astutamente fue seducida por Disney. Pero afortunadamente hay otras grandes productoras como DreanWorks, fundada por Spielberg que es la que distribuyó esta original cinta.

“Wallace & Gromit: la maldición de las verduras” supuso la popularidad (habían aparecido en algunos cortos) de los personajes creados por el británico Nick Park, basada en figuras de plastilina. Los protagonistas son el inventor Wallace y su silencioso compañero canino Gromit que dedican sus esfuerzos a la exterminación de las plagas de conejos que asolan las plantaciones vegetales de su pueblo. Su trama hace gala de una dimensión onírica y caricaturesca encomiable, lindando con las convenciones del cine de terror gótico. Film estimulante y divertido, cargado de un descarado humor inglés que se aprecia claramente en sus personajes secundarios. Su increíble parafernalia de inventos que aparecen cada mañana cuando se levantan, o los que emplean en su labor de búsqueda de los roedores y otros detalles jocosos, le imprimen al film una original puesta en escena.

Una película excelente llena de gags ingeniosos que merece una revisión, tiene varias secuencias memorables que no voy a destripar y os invito a que la descubráis, porque merecen la pena. Y es que no siempre el rigor crítico respeta como merece las películas animadas, muchas veces se suelen menospreciar por la trascendencia de su argumento y no siempre se es ecuánime, lo importante a veces no es el fondo, y sí la forma en que está contada la historia. Pero todo es cuestión de gustos, prejuicios y apreciaciones, en mi opinión valoro el talento y el ingenio por encima del mensaje que puede ser muy loable pero siempre contado con habilidad. Así lo entiendo yo, sobre todo si lo bueno es breve, dos veces bueno.