Escribir algo original que no se haya dicho sobre este film, es como contar el cuento de Caperucita roja a un párvulo y esperar sorprenderlo. Todo se ha dicho y escrito en las 80 reseñas que me preceden, la mayoría lo ha sobrevalorado, en mi opinión, pues nunca sorprendió en el aspecto artístico, siendo un producto comercial muy bien pensado y filmado pero lejos del clasicismo y la transcendencia que se le otorga. Yo destacaría en primer lugar su magistral e inmortal música de Elmer Bernstein, un creador que merece figurar por encima de otros más populares, un compositor innovador y brillante con “Sountracks” jazzísticos excepcionales entre muchas melodías sublimes. La música de este film es un reconocible icono, tan descriptiva y fascinante que quizás fue la más legendaria, sirvió para un famoso spot de tabaco americano, así como para sintonía de muchos programas de cine y western, incluso como sintonía de algún programa de radio generalista.

Todos sabemos la procedencia de su argumento, que el ecléctico Sturges supo trasladar desde el Japón feudal, los arquetipos reconocidos y variados del héroe clásico, con un esquema simplista y sin aristas, Sturges siempre estuvo condicionado por las imposiciones de la industria a la que sirvió con ecuánime profesionalidad. Y nos recrea de esta forma, la plasticidad de un western ameno, crepuscular en plena decadencia del género que anuncia la llegada de Sergio Leone con el “Spaguetti-western”. Apoyada en un casting acertado, el film cumple sobradamente con las expectativas y sirvió para encumbrar a muchos de los actores que entonces no eran famosos, con la excepción de Yul Bryner.

La fisicidad del paisaje árido, la personalidad acrisolada de sus protagonistas, la cadencia de su narrativa es apreciada en su conjunto como un western de su época que busca modernizarse con respecto al clasicismo que algunos le atribuyen erróneamente. Su formato de pantalla panorámica deudora de una fotografía luminosa y cromática, su puesta en escena sobria pero a la vez épica por el altruismo que vamos descubriendo en su desarrollo, hacen de este western popular y empatizante que no clásico, un producto popular que ha ganado prestigio con el tiempo y la añoranza melancólica de tiempos pretéritos. Sturges tiene en mi opinión, westerns muy superiores como “Duelo de titanes” o “El último tren a Gun Hill”, mucho más complejos y ricos artísticamente, pero ha pasado a la historia por este trabajo. No seré yo el que cambie el destino de este irregular cineasta, en todo caso he intentado escribir unas personales opiniones, evitando repetir lo escrito por otros que me precedieron.