La veterana directora Iciar Bollaín, con la colaboración del consagrado guionista Paul Laverty ha conseguido llevar a la gran pantalla la hazaña de uno de los mejores y más prestigiosos bailarines del mundo, Carlos Acosta. Es una película biográfica, pero tampoco se puede considerar como un biopic convencional. La cinta fue presentada en la sección oficial del último Festival de Cine de San Sebastián, donde obtuvo el premio al mejor guion.

La película está contada desde el presente, desde un teatro de la Habana, donde Carlos, interpretado por el mismo, está ensayando con su compañía un nuevo montaje de danza, en el cual refleja toda su vida. A partir de ese momento la cinta nos traslada a su infancia y a su juventud, y nos va mostrando todo lo que tuvo que pasar para llegar al magnifico bailarín que es hoy.

Lo que más me gusto a parte de la vida de Yuli, es que la película se convierte también en una mirada a los últimos 40 años de la historia de Cuba. Otro aspecto que plantea es la cuestión si las personas podemos decidir nuestro futuro desde jóvenes por nosotros mismos o se nos obliga a base de palos como nos muestran aquí.

El elenco de actores le da a la cinta una gran veracidad, sobre todo el actor que interpreta al padre del protagonista. Las coreográficas, la música y el guion le proporcionan al metraje una más que sugerente dimensión estética y emocional, se nota que todo está hecho con un gran corazón.

El espectador se convierte desde el principio es un testigo de excepción y acompaña al protagonista en una aventura épica que le llevaran a vivir expereciencias inolvidables y únicas. Divertida y muy agradable de ver, me llama la atención toda la transformación del bailarín, el cual nunca tuvo vocación por el ballet. Muy recomendable

Lo mejor: El estilo narrativo y su belleza.
Lo peor: Alguna escena familiar demasiado alargada.

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