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Voto de Monoguineano:
8
Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
16 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Crack supone uno de los grandes hitos del cine español. Garci consiguió una de las pocas incursiones existentes en el género policíaco, con homenajes claros al cine negro (de hecho está dedicada a Dashiell Hammett) que han logrado cierta repercusión en nuestra cinematografía logrando un resultado notable. En esta película se refleja la delincuencia de los bajos fondos de las grandes ciudades: el boxeo, el whisky, las timbas y los soplos aparecen como un reflejo decadente de una sociedad urbana en la que los tentáculos delictivos de las altas esferas campan a sus anchas. Y todo ello con un trasfondo: el Madrid de La Transición, sucio y gris, con una Gran Vía en la que aún había cines y con un final; el símbolo de lo urbano por excelencia, el lugar donde la marabunta humana hace que todo parezca inmutable y pase desapercibido: Nueva York.

Y por medio aparece Areta, un héroe silencioso. El perro viejo, pasado de vueltas y que va por delante de todos; pero de esos en vías de extinción, que se mueven por códigos de conducta ya olvidados en la sociedad moderna tales como el honor, la lealtad o la amistad. Pequeño en el Rockefeller Center, pero un gigante en las relaciones sinceras.

Por último, digno de mencionar es que se realizó una secuela y se rumorea una tercera, la melancólica banda sonora, algún giro de guión inesperado y por supuesto, un inicio de película con los siguientes ingredientes: José María García, un bar de carretera (expositor de cintas incluido), dos que quieren pegar un “palo” y un mechero. Todo ello sabiamente conjugado provoca que se vayan de un plumazo todos los prejuicios que puedan existir sobre Alfredo Landa y prepara al espectador para asistir a algo ciertamente distinto a lo que se piensa que debe ser una “españolada”.
Monoguineano
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