No me extraña que muchos gamers, y sobre todo empresas de desarrollo de videojuegos, se hayan planteado infinitas veces la posibilidad de convertir la experiencia del videojuego en una realidad aumetada, con todo lo que conlleva.

Brooker nos daba pistas advirtiéndonos que esta temporada conectaría elementos del universo Black Mirror de una forma bastante evidente, y aquí hay conexiones claras con capítulos como Playtesting o White Christmas, donde la realidad aumentada y la duplicación de la conciencia, respectivamente, toman protagonismo. El videojuego en sí tendría una tecnología parecida a la 'cookie' de mencionado capítulo especial.

Creo que la intención de este episodio es mostrar el lado rídiculo y también el aspecto terrorífico, por el hecho de que nuestra conciencia clonada se sienta eternamente atrapada en un mundo en el que no ha elegido estar y ni existir (que por un lado podría tratarse de una alegoría existencialista sobre la naturaleza de nuestra libertad y el determinismo del mundo), y que está configurado por los caprichos y las frustraciones de un ser antisocial con una mente privilegiada para la programación, cuyo complejo de dios le anima a encerrar a aquellas conciencias de las personas de su entorno que en algún momento le han hecho (aunque sea una nimiedad) sentir mal, para así sentirse de alguna forma como un invencible (asshole god).

Sin duda alguna, aquí se podría plantear un dilema ético, en relación a la percepción de la vida: la posibilidad de una inmortalidad de la conciencia, pero en un mundo completamente virtual, con réplicas de sentimientos y sensaciones... Situándome en una posición vitalista, en relación a la moral, diría que tus problemas y preocupaciones, tus frustraciones y pormenores, son para afrontarlos y aprender de ellos, porque en un mundo virtual no experimentas las verdaderas consecuencias de los actos, y al fin y al cabo eso es lo que nos hace más humanos.