Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Víctor Manuel Mirete Ramallo:
6
Ciencia ficción. Drama A sus 32 años, Marc Jarvis (Tom Hughes) padece una enfermedad terminal. Le queda un año de vida. Justo ahora que él y Naomi (Oona Chaplin) han empezado a construir una vida juntos. Por eso, incapaz de aceptar su final, Marc decide criogenizar su cuerpo con la esperanza puesta en el futuro. Más de sesenta años después, en 2084, se convierte en el primer hombre resucitado de la Historia, pero su resurrección no se producirá de la forma ... [+]
18 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Existencialismo o ciencia ficción? ¿Jesucristo o Frankestein? ¿Ciencia o naturaleza? ¿Vida o inmortalidad? Jugar a ser Dios es algo muy humano, como también es algo muy recurrente en el cine para montar tramas en torno a la ciencia ficción y a la visión más existencial de la vida y la muerte. En este caso, Mateo Gil creo que ha sabido plantear esa serie de dicotomías de una forma poco pretenciosa pero muy intimista.
Proyecto Lázaro comienza desde el primer momento lanzándonos mensajes, verdades y preguntas. La primera escena de la película es absolutamente real y tajante. Mateo nos mete de lleno en nuestro subconsciente, ya que ha sabido recurrir de una forma increíblemente acertada a la voz en off (interpretada por el actor de doblaje de Jude Law). Nos envía a esa figura del narrador como guía a modo de mesías por un camino que plantea dos direcciones: uno premeditadamente frío y sintetizado (2064), en donde un laboratorio experimenta con el cuerpo de un ser humano criogenizado 60 años antes para resucitar; y otro más cálido y romántico (2014), en el cual se nos plantea un proceso final y de decisión de un joven con una vida prometedora y al que le han diagnosticado una enfermedad terminal. En esa doble trama, unida evidentemente por su protagonista, encontramos un clima que desprende un clima religioso, metafórico y simbolista que invita a la disyuntiva y la reflexión personal a partes iguales; pero sin dejar de lado la clara postura que plantea el director y guionista.
El exquisito tacto que este director tiene para rodar sus películas con un presupuesto sin opulencias es francamente admirable. Si bien algunos efectos digitales no están a la altura de otros grandes filmes de ciencia ficción, la ambientación, el montaje, la fotografía y la iluminación son a mi parecer de un gusto, elegancia y pulcritud más que notable. Cosa que ha demostrado con creces en otras películas suyas de gran calidad como Nadie conoce a Nadie y Blackthorn. Sin destino. Ambas con Noriega como protagonista y al cual he echado de menos ya que le hubiese venido de perlas el papel del protagonista de Proyecto Lázaro. A colación de esto último, encontramos un reparto muy heterogéneo de actores en el que encontramos tanto grandes interpretaciones (sobre todo la de una actriz que me encanta, Oona Chaplin, hija de Geraldine Chaplin), como otras más mediocres, pasando por un surtido de grises.
Como todo proyecto, esta película intenta establecer teorías, preguntas y respuestas. Y es que a lo largo de la exposición de la trama se reformula y cuestiona esa pregunta existencial tan habitual y de respuesta tan incierta como es: ¿A dónde nos lleva el progreso y cómo nos enfrentaremos a él? En ese hilo, Mateo Gil trata de alertarnos de que el futuro está muy cerca. Y queda patente con una sola frase que para mí resume mucho la película: “La inmortalidad es sólo cuestión de tiempo”.
Víctor Manuel Mirete Ramallo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow