Todo comenzó con la recomendación de mi hermano. No es infalible (El Hoyo es una prueba), pero su criterio es totalmente fiable. En ésta ocasión la propuesta fue El diablo a todas horas y vino acompañada por el descontento de su nota en Filmaffinity. Sostenía que si llevara la firma de los Coen o Tarantino tendría una nota mucho mas alta... Tengo que reconocer que esto, junto a su atractivo titulo, me hizo no perder el tiempo para verla. No sé si mi hermano tiene razón en su valoración, lo que sí puedo asegurar es que si alguno de estos directores se hubiera hecho cargo de la adaptación de la novela al Cine, la película sería otra y esa firma sería muy evidente.

En cualquier caso, Antonio Campos es quien se ocupa y lo hace de una manera sobria, sin mas recursos que los clásicos y convencionales, pero desenvolviéndose hábilmente con agilidad en el apartado narrativo, jugando, como con piezas de un puzle, con las historias, personajes, lugares y momentos, con idas y venidas en la línea de tiempo, acentuando así la importancia de las decisiones y casualidades. Sin prisa pero sin pausa, con un diseño visual que transporta y sumerge al espectador en las profundidades de esa América de los cincuenta, donde transcurre esta fábula, que nos pone a pensar en los usos que le da a Dios el ser humano desesperado, o entregado o interesado y aprovechado y que nos cuenta en off el propio autor de la novela, ejerciendo de narrador omnisciente, como si del propio Dios tan nombrado en el relato se tratase.

Quizá no explota muchas de las posibilidades de unos personajes pintorescos y muy auténticos (interpretados magistralmente por cada uno de los actores que los encarnan) y de unas situaciones que en manos de Tarantino (por seguir tirando del hilo) hubieran dejado sin aliento y contracturado al espectador mas pintado. Pero sin duda utiliza muy bien estos elementos y maneja las historias con solvencia logrando crear una atmosfera absorbente y uniforme, una fluidez en los acontecimientos y una coherencia y cohesión entre los relatos que hacen muy entretenida y disfrutable una película que bien podría haber resultado demasiado cargante o densa. Lo que Antonio Campos crea es un cuento crudo, cruel y violento a la vez que conmovedor y humano, mostrando un catálogo de seres humanos y su relación con el sentido del deber, de la justicia, con los límites de la cordura y la locura, la razón y la fe, la fe y el fanatismo, lo correcto y lo incorrecto... el bien y el mal...

La vi, la disfruté y la volvería a ver. No sé qué nota le hubiera puesto si la hubiera hecho Tarantino o los Coen, pero a la que ha hecho Campos le doy un 8.