Dirigida con mismo y esmero, Kurosawa nos regala lo que para mí, al menos, es una joya. El ritmo lento, pesado, te da una idea de los pueblos "salvajes" de la taiga y el extremo oriente ruso. La taiga hace su presencia no como gran espectáculo sino como algo que está allí, algo que nosotros necesitamos pero a lo que le damos igual. Ensordece con su sonido (la banda sonora del metraje casi es inexistente, todo diegético), perturba con su calma y nos serena con el rumor de ríos y mecer de hojas. Kurosawa aprovecha bien la frondosidad del bosque.

De algún modo la dirección, ritmo y estrucutra me recuerda a "Andrei Rublev", de Tarkovsky, una de mis pelis favoritas. No puedo evitar pensar que por esa semejanza le he cogido tanto cariño a "Dersu Uzala".

Pero sin duda lo que más me ha enamorado es la representación y presentación del amable cazador nómada Dersú Uzalá. Cierto es que Kurosawa peca por momentos de inocencia, idealismo y utopismo con la representación del cazador como un ser inocente y puro que vive en un ambiente benigno y sin problemas. Pero esta imagen,no tan lejana de la realidad, se ve atravesada por constantes problemas como la vulnerable fragilidad de la vida social y el entorno natural*, poco capaces de hacer frente al salvaje progreso civilizatorio.

Pero no todo es desgracia en esta vida: todo lo positivo de la actitud y cultura de Dersú Uzalá (cosmovisión, relaciones sociales, trato, etc) cabe en este metraje y es parte fundamental de la experiencia y el mensaje, así como una pieza clave en el desarrollo de los personajes. Frente al desarrollismo desenfrenado que se alza como fuerza deshumanizadora desde el mismo principio de la película* se alza el nómada cazador que trata a todo y a todas las cosas como iguales y por ellos siente un profundo respeto. Lejos de ser esta actitud algo exclusivo del buen salvaje, el sentimiento se extiende al resto de la tropa rusa con la que se encuentra, que aunque ya crecidos parecen niños que tienen que aprender en el mundo de Dersú. Este contacto que ni es violento ni hostil, sino tierno, amistoso y cercano; los simboliza el Capitán de origen ruso que a través del diálogo y la observación no solo desarrolla una verdadera e intensa amistad sino también un profundo respeto por el mundo de un cazador perteneciente a una salvaje minoría étnica.

El mérito no es solo retratar unos hábitos y formas de vida tan distintos de una forma cercana y familiar, de fácil naturalización, sin caer en visiones academicistas o paternalistas. El mérito consiste de la organicidad con lo que todo se representa y presenta, diciendo solo lo justo y necesario (lo que tendría sentido en la historia y desarrollo de los personajes). Muestra, no cuenta, y eso consigue que la vida de Dersú, tan ajena y extraña a la nuestra, sea comprendida con naturalidad y con sentido, algo posible e incluso que rivaliza con nuestro modo de vida en cuanto a valores y relaciones, y no como un mero vestigio de tiempos pasados o simples anécdotas en un libro.

La película por tanto no solo trata los peligros civilizatorios del progreso para la naturaleza y el ser humano, también trata la posibilidad de entendimiento y una (puede que) necesidad de no tratar a los demás pueblos como inferiores por muy atrasados que nos parezcan, pues de ellos, de sus gentes, podemos aprender mucho sobre valores, actitud y otras formas de desplegar la sociedad, formas no tan abusivas ni depredoras para con todo.