El argumento evidente y principal de la película es algo típico: alguien obsesionado de manera patológica por otra persona. No es nada nuevo y durante la primera parte parece que no va a salir de ello excepto por algún detalle de pureza. Pero llega la segunda parte, y aunque el guión sigue con sus cosas, la forma de llevar la trama es casi perfecta (si no fuera por el final), más que digna de llamarse "thriller psicológico".

Las formas del thriller están ahí: los guiones liosos pensados para sorprender con giros, el juego con silencios y sonidos, música chirriante, ritmos tensos que explotan e incertidumbre hasta el final (en este caso incertidumbre hasta después del final).

El tema aquí es la identidad, en el caso concreto de un querido personaje público. ¿Qué somos? ¿Cómo construimos lo que somos? ¿Nos hacemos a nosotros mismos o nos hacen? ¿Somos producto de nuestras decisiones e ideas o de las relaciones sociales en las que nos desenvolvemos? ¿Nos proyectamos al mundo cómo somos, cómo queremos ser o cómo queremos que nos vean? Tal vez sólo seamos como nos ven, sobre todo en caso de alguien público sometido al juicio de sus impersonales fans y el recogimiento de su vida privada. Puede que un poco de todo.

Estas preguntas y otras las plantea aunque no las resuelve (no creo que esa fuese su intención) Satoshi Kon a través de una narrativa (planos, escenas, montaje, edición, el discurrir de la historia) que intenta imitar el subconsciente psicológico, tópico que volveremos a ver en películas posteriores como "Paprika". Sobre esto, que adquiere protagonismo en la segunda mitad, podemos decir que intenta ser un retrato psicológico literal respondiendo, tal vez, a las corrientes psicoanalíticas de Freud y Lacan con sus famosas tríadas (ello, yo, superyó; real, simbólico, imaginario). No se puede no ver en los terribles actos la cercanía a lo Real y el intento de canalizar el exceso de goce, incluso la personificación del deseo mismo y el enfrentamiento real contra las fantasías fantasmagóricas.

Las imágenes de la realidad se confunden y entrelían no con imágenes ficticias, sino con lo más real de nuestro ser, solo que el interior de nuestro ser es de difícil comprensión y por tanto de plasmación.

La película también parece ser también una crítica a ciertos aspectos de la cultura "pop" nipona (no olvidemos que la protagonista es una idol del j-pop), pero de eso ya sé menos y no me atrevo a hablar. Aunque me estoy instruyendo.