Meses antes de el rodaje de su magna opus "El acorazado Potemkin", Sergei Eisenstein lanzó este largometraje centrado en el conflicto entre el proletariado y el capitalismo, entre el colectivo y el individuo, los oprimidos contra los opresores; en definitiva: centrado en la línea dictada por el Partido y el pensamiento del momento. Sin embargo esto no nos debe hacer caer en el tópico de "censura + control = mal cine".

Nada de eso.

Eisenstein da en este film sus primeros pasos prácticos en lo que será su marcado y excelente estilo, al menos durante los año pre-Stalin. Pone a prueba su teoría del montaje (de atracciones) y otras innovaciones. Por desgracia, estas nuevas ideas no impregnan el total de la película y el montaje no se muestra en todo su esplendor, dejando a la película en un puesto entre el viejo cine mudo pre-él y la más absoluta revolución vanguardista.

La película tampoco está falta de simbolismo, sobre todo en lo que concierne al trabajador y su situación, siendo comparados éstos con animales muertos o en proceso de muerte.

Comentar que ha habido momentos que me han parecido cómicos y eso que el mensaje final de la película es o pretende ser un aviso sobre los peligros del capitalismo y la necesidad de la acción revolucionaria. No logro saber si ese supuesto humor es intencionado o es un daño colateral de la excesiva caricaturización de los enemigos del pueblo y sus actos. Decir que la música también hace mucho.