Nota: 6,5

Otra película en la que me tengo que tomar la trama como una excusa, un andamiaje, para el desarrollo de lo verdaderamente importante: el arte cinematográfico. Una vez más, ahí es donde estriba el mérito de la realización de Tony, que por estas fechas ya tenía perfectamente definido su estilo como autor cinematográfico que apuesta por una espectacularidad en sus contrastadas y saturadas imágenes, un montaje efectista y efectivo para las escenas de acción, la insistencia y el dramatismo de la banda sonora y un pulso bastante firme a la hora de narrar. Porque sus imágenes no se desligan del todo de su relato, de alguna manera este las contiene (a diferencia de seguidores de su estilo como Bay o Snyder) aunque en ocasiones sus experimentos y hallazgos visuales vayan por su cuenta.

En esta ocasión además, dispone de una dupla protagonista que eleva el resultado final, además de ser una de sus cintas con una dirección de actores de las más correctas. Quizás acabe siendo algo repetitivo en su estilo, con un efectismo en la realización que empezaba a acercarse peligrosamente al paroxismo, pero dentro del género es un ejercicio bastante pulido y llevadero. Más allá de la trama principal se puede leer, como casi siempre en Scott, una preocupación por el desarrollo del interés amoroso o afectivo en sus personajes, así como una crítica evidente a los cimientos de la sociedad americana y sus juegos de tablero en la sombra.

@laquimeracultural