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España España · Logroño | Madrid
Voto de Jorge Pardo:
7
Intriga. Thriller. Comedia En un país centroeuropeo, el tren Transcontinental Express sufre un gran retraso a causa del mal tiempo. Los pasajeros pernoctan en un pequeño hotel, donde Iris Henderson entabla conversación con una vieja institutriz inglesa, la señora Froy. Poco después de reanudar el viaje, Iris se da cuenta de la desaparición de la anciana, pero los demás pasajeros afirman que su amiga no existe y que ella ha sufrido una alucinación. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada mejor que un tren para poner a prueba cualquier experimento sociológico. Un escenario, un medio de transporte, donde concurren hombres y mujeres de cualquier condición en un espacio reducido: ricos y pobres, valientes y cobardes, nobles y corruptos e, incluso, ingleses y "brandiquianos". Hitchcock utiliza ese microcosmos a la perfección, jugando con el espectador y haciéndole ver, efectivamente, que nada es lo que parece y que, en un período –1938, no lo olvidemos– en el que el mundo estaba a punto de venirse abajo, el ser humano tiene en la unión –y, si no, fijaos en el último tercio de la película– la única forma de acabar con la enemigo.

'The Lady Vanishes' supone, hasta su periplo hollywoodiense, la cinta más redonda de Hitch. Desde su apertura, con ese travelling enseñando, primero, un pueblo perdido en la montaña y colándose, después, por una ventana del hotel donde, de manera brillante, tomándose su tiempo, presenta a todos los personajes, hasta su desarrollo, ya sobre las vías. Es aquí donde la cinta coge velocidad, con un montaje y una cadencia no vistos hasta el momento en cualquier otro de sus filmes anteriores. Los vagones se abren, el tren se hace interminable y pasamos del maletero al restaurante, conociendo a sus inquilinos –algunos hilarantes, como esa pareja fanática del críquet que sirve para salpicar de humor el metraje– , con una rapidez vertiginosa, pero sin descarrilar.

El británico pone sobre la mesa otro puzzle, el enésimo, pero más complejo y con más piezas, todas distintas, pero que acaban encajando a su manera –el que colabora se salva y el que se rinde, no–. Sí es cierto que peca –como ya le había pasado en alguna otra película– de evidente en ciertas escenas, pero qué más le podemos pedir a este entretenimiento mayúsculo y a su responsable, que estaba a punto de cruzar el charco para hacer historia.
Jorge Pardo
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