Argo es un thriller que me ha sorprendido por su inteligencia, realismo e integridad. Si bien es cierto que a simple vista tiene mucho de esa visión tópica en la que los americanos suelen situarse como los buenos, pacificadores o salvadores del mundo, mientras que el exterior, en este caso el pueblo iraní, son tratados como terroristas o salvajes, podemos detenernos un poco más y ver como al comienzo de la película se nos situa en el marco de esta revolución iraní y justifica el odio a América con el golpe de estado y la imposición del dictador.

Hay más detalles que alimentan la integridad del producto. Otro de ellos es la renuncia al espectáculo fácil, a la carnaza, y en oposición, la búsqueda del realismo y de fidelidad a la historia real en la que se basa. Por momentos este realismo deja una sensación más propia de documental que de película.

El resultado es una película sobria pero intensa. Sobria en estética, en adornos, con una fotografía sombría fantástica. E intensa en su acción, con un “tempo in crescendo” alcanzando momentos de gran crudeza e intensidad. La historia funciona. Aunque el comienzo sea quizás un poco confuso y un poco difuso, pronto nos centramos donde la película quiere que nos centremos, y sentiremos la tensión y angustia de sentirnos en territorio enemigo, desconfiando de cada rincón y de cada esquina que pisamos.

Ben Affleck consigue un producto serio, atractivo y realista en la que es sin duda una de las mejores películas del año.