Lo reconozco, cuando acabé de verla revolví todos los armarios de la casa en busca de algo de chocolate, y como no lo encontré tuve que ir a comprarlo. (verídico). Aparte de provocar antojos, esta es una típica película de Tim Burton, que nos introduce en uno de esos mundos creados por este gran director, en él que el pone las normas y los límites. Un mundo de piruletas y gominolas en el que la sonrisa esta asegurada, una gran terapia para evadirte de los problemas. El mensaje que nos deja: el poder no es nada si no tienes con quien compartirlo. Una película muy dulce.